Mi hoja en blanco, por Ezequiel Banchero

Agenda por estrenar, cuaderno recién comprado, archivo .doc en el que aún no se ha tecleado nada, la hoja en blanco no debería ser un problema: aquí, Ezequiel Banchero explica por qué no hay nada que temer de ella… ¡salvo que uno tiemble cada vez que se mira al espejo! Él, al menos, tuvo la ayuda extra de haber asistido a las notables clases de Escuela Industria durante 2012.


Algunos de los trabajos de los alumnos de primer año que se expusieron en la muestra de fin de año 2012 en Escuela Industria. (Fotos: Denise Hermo)

 
POR EZEQUIEL BANCHERO
Director de arte en PB y estudiante en Escuela Industria durante 2012

 
La famosa hoja en blanco no existe. Bueno, en realidad, sí; pero a mi entender no viene con el traumático sentimiento de vacío total y desorientación completa, como muchos dicen.

Supongamos que ponemos una hoja en blanco en frente de un abogado sueco y luego ponemos la misma hoja ante un fotógrafo coreano. Se les da como consigna crear un texto. Al momento de la creación, la interacción y el accionar de estos dos sujetos con el papel va a ser totalmente diferente. El sueco comienza a escribir en su idioma y el coreano, en el suyo. El primero opta por escribir a máquina y el segundo, con un lápiz. El abogado escribe un poema lírico, corto y musical, como los que le leía su tío cada vez que iba al campo de sus abuelos; en cambio, el fotógrafo escribe un cuento en un tamaño minúsculo completando toda la hoja, ya que tuvo una niñez muy humilde y se acostumbró a no desperdiciar.

Lo que trato de decir es que una hoja en blanco es como un espejo. Mientras esté vacía, se llena de todo lo que somos, de todo lo que sabemos y de las combinaciones de infinitas opciones de lo que podemos crear. Por eso tal vez se hizo tanta fama de traumática, porque algunos quizás no vean nada en ese espejo y otros tal vez no lo puedan entender o no sepan cómo reaccionar ante eso, que desde entonces se cataloga como una mala experiencia.

Pero no es sólo eso: hay otra parte que complementa la tremenda tarea de acotar ese millón de combinaciones hasta una, la creación en sí. Muchos de los conocimientos que expandieron las posibilidades antes, en esta etapa deberían ser utilizados como filtros críticos/analíticos para ir eliminando todo lo sobrante. Esta parte es vital, ya que si no eliminamos ninguna opción y nos quedamos con el océano de posibilidades, la hoja seguirá en blanco.

Hay entonces, según este texto dos etapas que componen la creación desde esa hoja en blanco hasta la obra terminada. La primera parte es empírica, caótica, multiplicadora e inmensa en posibilidades. La segunda, analítica, crítica, ordenada y selectiva.

En fin, creo que cada cosa que forma lo que somos y cómo somos se ve en esa hoja en blanco que todos portamos, casi como una carta de presentación; y les puedo asegurar que Escuela Industria es parte de la mía. En mi primera parte está el contenido de Alimento Creativo; y en mi segunda, el trabajo constante en Dirección de Arte Aplicada: durante 2012, ambas ayudaron a que este proceso fuera todo menos ajeno.
 
 

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