Cuidado con los poetas, por Mariano Augugliaro

(ARGENTINA) – “Hay que ser cautelosos con los poetas; la historia está siempre de su lado”, comenta Mariano Augugliaro (*) en su cuarta columna, en la que hoy comparte su poesía, además de la dirección de cuentas, la creatividad, el arte, el dibujo, la publicidad en general y, en realidad, la vida misma.


Una edición de la revista Sur, cuadros, tazas y azucarera (tuneadas de «Rayuela») que Mariano tiene en su agencia. (Fotos: MA)

 
POR MARIANO AUGUGLIARO
Profesor y coordinador de la orientación de Atención de Cuentas en la AAP / Director general en Macomunicación
Redacción especial para PB

 
Quiero empezar esta nueva nota para PRIMER BRIEF con una frase que me leyó mi mujer y que me quedó grabada: “Hay que ser cautelosos con los poetas; la historia está siempre de su lado”. No sé de quién es y no me importa, pero es muy buena.

Mi columna se va a basar en los poetas de la vida, de la publicidad, de la música, que le van dando una nueva forma a la forma de vivir.

Quiero empezar con uno de los escritores que me demostraron que el amor puede ser tan cursi que a uno lo maraville, por lo menos a mí. No sé si muchos lo leyeron: si no, a hacerse un tiempo para descubrir a Oliverio Girondo con su Espantapájaros de 1932. Una partecita para disfrutar, el comienzo del «Espantapájaros N°1»:

«No se me importa un pito que las mujeres tengan los senos como magnolias o como pasas de higo; un cutis de durazno o de papel de lija. Le doy una importancia igual a cero, al hecho de que amanezcan con un aliento afrodisíaco o con un aliento insecticida. Soy perfectamente capaz de soportarles una nariz que sacaría el primer premio en una exposición de zanahorias; ¡pero eso sí! —y en esto soy irreductible— no les perdono, bajo ningún pretexto, que no sepan volar. Si no saben volar ¡pierden el tiempo las que pretendan seducirme!».

«Esta fue —y no otra— la razón de que me enamorase, tan locamente, de María Luisa».

Este libro es uno de mis tesoros importantes: tengo la primera edición que me vendió a un precio loco y equivocado un librero en Parque Rivadavia. Pasen y vean.


La incunable primera edición del «Espantapájaros» de Girondo, que Augugliaro compró a un precio absurdo en un puesto de usados de Caballito: un libro que cambió la forma de ver y entender la poesía en la Buenos Aires de los años 30.

 
Para seguir con la poesía, no dejemos de pensar en esos hombres que dedican su vida a las letras y viven de ellas: los libreros, los que saben y no, de libros. Pero que cada vez que un domingo uno busca algo para calmar su necesidad de arte y de vida, nos dicen “en esa caja hay algo”; “Sí, hombre, hay mucho más de lo que podría pagar, ¿cuánto cuesta esto?”: «Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja».

No me alcanza mi reino para pagar por estas bellas palabras. ¿Alguno puede comprar algo igual un domingo de invierno? Si alguien sabe, avísenme de 10 a 18 por Puán.

¿Cómo no encontrar poesía en alguna tela que está colgada en el Museo de Bellas Artes, MALBA, MOMA, un cuarto de hotel o una estación de trenes? ¿O en los dibujos de Caloi, Tute o Pérez Celis?

Pero quien no encuentra poesía en un café de Boedo o de Puerto Madero o en Misiones o en el Sur, no debería poder tomarse un café.

En publicidad, algunos creen que mentimos para ganarnos la vida. Pero pienso ¿cuál es el sentido de hacer publicidad si no encontramos poesía en cada propuesta que hacemos? Mi mujer me leyó un párrafo imbatible: “¿Quién no ha sido defraudado? No pensemos sin embargo que el culpable es un sistema o la sociedad o el Estado, o una persona determinada. Son nuestras ilusiones (yo agregaría nuestras poesías) las que nos van defraudando. Todo comienza en el vientre materno y en el descubrimiento de que hace frío allá afuera. ¿Y acaso es culpa del frío que haga frío?”.

Señores, esperemos encontrar poesía en todo lo que vivamos; porque no se olviden de que estos tipos siempre tienen a la historia de su lado, seamos o no uno de ellos. Yo lo estoy intentando cada día, joder.

Por la poesía de la vida o por la vida de poesía, hasta la próxima nota.


 
(*) ¿QUIÉN SOY?


¿Pero quién soy? Director de cuentas, padre, marido, dibujante, escritor, cocinero, coordinador de Atención de Cuentas en la AAP, profesor, amigo, etcétera.

 
 

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