El beso maorí entre Hugo Porta y el CEO de Saatchi

(INTERNACIONAL) – En abril, en la edición de este año del Festival Iberoamericano de la Publicidad, un cóctel organizado en la residencia oficial del embajador de Nueva Zelanda en Buenos Aires —a propósito del Mundial de Rugby que, por entonces, se acercaba (y que hoy comienza)— terminó con un beso maorí entre el ex Puma argentino Hugo Porta y el CEO global de la agencia Saatchi & Saatchi, Kevin Roberts. Abajo, la historia completa.


El momento mágico de una noche inolvidable.

Por Pancho Dondo, de la redacción de PB
(Fotos: Martín Katz)

 
La historia es larga, pero vale la pena contarla completa. La cuento en primera persona porque así fue cómo la viví.

En febrero de este año, los organizadores del Festival Iberoamericano de la Publicidad y yo —que había sido convocado para aportarle contenido al evento— estábamos reunidos con Pablo del Campo, el titular de la agencia argentina Del Campo Nazca Saatchi & Saatchi. El motivo era simple: la red Saatchi había decidido que durante la semana del FIAP realizaría en Buenos Aires la reunión anual de su board creativo mundial, presidida por su chairman global, el inglés de nacimiento (y neocelandés por adopción) Kevin Roberts; a cambio, el FIAP distinguiría a Roberts como el primer incorporado no latino a su Salón de la Fama.

El tono de la reunión era el del típico brainstorming, aunque en este caso no creativo: la GRAN IDEA que necesitábamos encontrar era cómo sorprender a un personaje como Roberts, de roce internacional constante, con una ceremonia de distinción que le llegara al corazón. Sí, al corazón: como ejecutivo responsable de la concepción de la teoría publicitaria de las lovemarks —aquella según la cual una marca alcanza su ideal cuando llega a una relación con sus usuarios que tiene más de devoción que de consumo, más de admiración que de simple uso—, todo el mundo sabe que Roberts es, por sobre todas las cosas, un tipo extremadamente sensible. Una rara avis en el mundo de los negocios.

La idea, en realidad, estaba servida en bandeja. Recordé que tiempo atrás Roberts había sido asesor de imagen de los All Blacks, la temible y admirada selección neocelandesa de rugby, y no sólo eso: también es sabido que, dentro de lo posible, el hombre acomoda sus giras de trabajo alrededor del mundo con el calendario de partidos de los men in black de la ovalada. «¿Este año no se hace el Mundial de Rugby en Nueva Zelanda?», pregunté en voz alta. Googleamos y, efectivamente, se hacía. Y algo más: en la Argentina, su principal promotor era el embajador neocelandés, un tal Darryl Dunn. Para consultarlo, tuvimos que esperar que volviera de sus vacaciones en Nueva Zelanda y, luego, que se tomara diez días para una bicicleteada Buenos Aires – Mendoza. Pero finalmente volvió, lo consultamos y el OK fue cuestión de segundos: vendría al FIAP, presentaría al distinguido y luego brindaría su residencia oficial para un cóctel.

Pero faltaba algo. Emoción. Pasión. Eso que Roberts destila en cada paso que da. Y la encontramos en el siguiente invitado, cuyo nombre surgió casi al mismo tiempo que el del embajador de Nueva Zelanda. «Che, ¿no les parece que Hugo Porta es algo así como el lovemark del rugby argentino? ¿No deberíamos invitarlo, ofrecerle declararlo oficialmente lovemark y proponerle que sea él quien le entregue la distinción a Roberts?».

Conseguí su número, lo llamé, le expliqué por teléfono la teoría «saátchica» de las lovemarks —nada fácil, por cierto, aunque también es cierto que del otro lado tenía nada menos que al ex embajador argentino en Sudáfrica entre 1991 y 1995, un tipo con casi tanto roce como Roberts—, le expliqué el programa completo y esperé ansioso su respuesta. Que no tardó ni un segundo y fue un «sí, encantadísimo, y muchas gracias, es un honor». La frutilla del postre —totalmente inesperada— fue que Hugo Porta y el embajador de Nueva Zelanda resultaban ser amigos personales: ¡parecía planeado a propósito!

 
EL DÍA D

Todo estaba perfectamente coordinado: sólo faltaba concretarlo. Y llegó el gran día: el miércoles 13 de abril. El Salón Fiestas del Marriott Plaza Hotel de Buenos Aires reventaba de gente: 600 ansiosos asistentes sabían que se venía un plato fuerte. Y en el ultimísimo asiento, como para que el conferencista Kevin Roberts no tuviera la más mínima ocasión de verlos, el director del FIAP Daniel Marcet conversaba y preparaba a sus dos invitados sorpresa: Darryl Dunn y Hugo Porta. Mucho esfuerzo no hizo falta para que nadie se diera cuenta de su presencia allí: la pasión que Roberts desbordaba desde el escenario tenía a todo el mundo absolutamente embobado. «Es genial ver que un ejecutivo estrella como el CEO global de Saatchi & Saatchi nos plantee algo tan básico como volver a lo afectivo y olvidar tanta pose cientificista», comentaría al salir Leo Gavilán, el presidente del Círculo de Creativos del Paraguay. «¡Qué personaje este Kevin, eh! —agregaría Rodolfo Bellomo, director de carrera de la Universidad Siglo XXI, de Córdoba, Argentina—. ¡Hasta daba la sensación de que se emocionaba muchísimo mientras contaba las cosas!».

Los que estábamos en la última fila escondiendo a nuestros regalones no pudimos comprobar si Roberts se emocionaba de sí mismo o no. Pero sí fuimos testigos directos de su gesto de sorpresa y de emoción no contenida cuando, tras escuchar atentamente la explicación que dio el embajador neocelandés de por qué el FIAP había decidido invitarlo a él y cederle protagonismo por una noche al rugby, de pronto vio que al escenario ascendía, con su habitual tranquilidad y elegancia pero con el aplomo de quien fue en algún momento el mejor apertura del mundo, nada menos que su admirado Hugo Porta. «¡No saben lo que significa Porta para mí, era mi ídolo de los años 80!», anunciaba extasiado Roberts a quien se le acercaba. Y su entusiasmo fue tal que no pudo evitar la carcajada franca —casi de nervios— mientras Porta le entregaba su distinción, el aplauso espontáneo y entusiasta mientras Dunn, Porta y él posaban junto al director Daniel Marcet para la foto y, en general, una expresión de luna llena que no se le borraría en el resto de la noche.


En la segunda foto, Daniel Marcet, Darryl Dunn, Hugo Porta y Kevin Roberts; en las otras tres, Porta con Roberts.

 
LA VERDADERA FRUTILLA

Pero a lo que parecía un cierre perfecto para un día emocionante del FIAP 2011 le faltaba, sin que nadie lo supiera ni lo esperara, lo mejor de todo. Que ocurrió un rato más tarde, ya entrada la noche, durante la recepción que el embajador Darryl Dunn brindó en su residencia a la comitiva de Saatchi: Roberts más el board creativo mundial de la red en pleno. Recién entonces el homenajeado pudo tomar un micrófono y explicar con claridad lo que había sentido sobre el escenario. » Desde que hace 15 años soy CEO global de esta red, los recuerdos más imborrables que he ido juntando fueron los momentos en que conocí a mis héroes. Yo siempre digo que llegar a una situación de cierto poder en la vida no tiene ningún sentido si uno no abusa un poquito de ese poder. (Risas) Pues bien: ya puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que este día ya figura en primera línea entre esos recuerdos imborrables. ¡Hasta me atrevo a decir que, si me dan a elegir entre conocer a Hugo Porta o recibir el homenaje del FIAP, no tengo dudas con cuál me quedo!». (Más risas).

«Encuentro de héroes» fue el título de tapa que yo mismo elegí para la edición del ‘FIAP Al Día’ de la mañana siguiente: Roberts en persona me había dado letra para encontrarlo.

Por eso, fue sorprendente por lo intempestivo pero, en realidad, absolutamente esperable por el carácter del personaje, que de pronto, poco después de que él mismo le hubiera cedido el micrófono a Hugo Porta para que contara sus sensaciones, Kevin Roberts cruzara todo el ancho del salón, se inclinara frente a su héroe y, sin previo aviso, acercara su cara a la de Porta como si estuviera por darle un beso. Un gesto que el gran Hugo pescó al vuelo: cuando los dos terminaron frotándose mutuamente las narices todos comprendimos que lo que acabábamos de presenciar había sido un auténtico beso maorí entre dos potencias.

El pequeño gesto final de Hugo Porta regalándole una corbata puma a Roberts y el hombre de Saatchi colgándosela sin más ceremonia alrededor del cuello —como se ve en la última de las fotos— pasó casi desapercibido para los que allí estábamos. Es que todos sentíamos que acabábamos de ser testigos de un momento mágico, y seguros de que, desde ese día, el miércoles 13 de abril de 2011 figuraría entre los recuerdos más preciados del Festival Iberoamericano de la Publicidad.

¡Y de Hugo Porta y Kevin Roberts, por supuesto!


Porta en el momento de sus agradecimientos y el dueño de casa, Dunn, cerrando la noche con una breves palabras.

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