La cuarta pared (o sobre dejar de llorar y aceptar el temblor), por Gus Machado

(ARGENTINA) – Gus Machado es un creativo brasileño viviendo en la Argentina, donde ha pasado por Ponce Buenos Aires y Dentsu Aegis Network como director de arte. En Brasil, desde 2007, trabajaba como redactor, y por eso ahora se arriesga a escribir en castellano. Pero no sobre publicidad. Sobre eso ya hay mucha gente buena escribiendo. Prefiere escribir sobre la bravura del proceso creativo y el universo cultural alrededor de eso. En la supernota de hoy, Gus te habla sobre dejar de tenerle miedo a las limitaciones y de encararlas con la actitud adecuada. Una increíble nota, con ejemplos y anécdotas, diseñada para que salgas de acá con la confianza suficiente para aceptar tus limitaciones, y escuchar lo que tienen para aportarte. ¿Qué esperás para leerla?

Obra del artista ucraniano Sharik
Graffiti del artista Sharik, considerado por muchos como «el Banksy Ucraniano». Muchos graffitis, como el presente en la foto, aprovechan los defectos de la pared a su favor.

 
POR GUS MACHADO
Estudió en la Universidad Tiradentes y en Brother Buenos Aires
Redacción especial para PB

 
Era un viernes a la tarde, en el otoño de 2010. No se sentía que era un otoño porque, en el norte de Brasil, el otoño es tan solamente algo que uno ve en el cine. Tampoco se sentía que era un viernes a la tarde porque, en vez de estar en la agencia mirando al reloj – casi un timer para el fin de semana – estaba compartiendo un auto con más cuatro otros amigos. Ibamos a la provincia vecina.

Allá nos esperaban otros chicos que, como nosotros, tenían bandas de rock, y que, como estábamos en el mismo sello, nos habían invitado a tocar en Maceió, su ciudad. Habíamos hablado un buen tiempo por internet y había llegado el momento de conocernos.

Eramos una banda de folk rock, cada cual con su instrumento: bajo, guitarra, batería. Y si bien nos sorprendió la música y la pasamos genial, hubo algo además de la música que me llamó demasiado la atención en esta mini gira. Como nos quedamos un par de días, vivimos intensamente la experiencia de compartir cocina y habitación con los músicos de allá y nos dimos cuentas que todas sus bandas (My Midi Valentine y Neon Night Riders) tenian algo en común: una fuerte presencia de instrumentos electrónicos, sintetizados, computadoras y muy poca batería acústica de verdad. Y era verdad que eso hacía que la música underground de Maceió tuviera un poco de sentido, todo dialogaba en un algún punto. No pude dejar, sin embargo, de preguntar por qué tanto electrónico en el rock de una ciudad, que de tan vecina a la mía, debería tener algo musical en común, y no lo tenia.

Esperaba una respuesta compleja, que tuviera que ver con sus referencias musicales, o por ahí alguna que otra banda importante que les hizo seguir por ese camino. Y lo que me dijeron, frustró (para bien) todas mis expectativas. El porqué de su música siendo esencialmente digital era tan simple como la falta de plata y de estudios equipados para grabar instrumentos reales.
Ellos habían encontrado en los softwares (torrents, obviamente) una forma barata y sencilla de plasmar lo que nunca pudiesen haber hecho si dependieran de grandes estudios. Y gracias a eso, su música sonaba particular y con tanta identidad que al escucharla nunca se nos hubiese ocurrido que su forma de tocar no fuera tan simplemente una decisión estética, sino un tema de limitación.

Y, así, volvimos a casa, contentos por la experiencia musical y por haber vendido algunos discos, pero también con una lección aprendida: la limitación, que se supone que tiene que imponer barreras a tu creatividad y, valga la redundancia, limitarla, puede ser, en realidad, algo libertador en el proceso creativo.

No hablo simplemente del poder de la superación y de lo romántico que es escuchar una historia de gente que le encontró la vuelta a las barreras creativas que se les impusieron, hablo del aporte y carácter que una limitación le puede dar a una idea. La limitación te ayuda a llevar tu proyecto por un lugar donde naturalmente no irías si tuviera todas las herramientas a tu alcance. Cuando encarada como una amiga, la limitación SE TRANSFORMA en una amiga. Y como buena amiga te ayuda a combatir otros peligros peores que ella, como el pánico a la hoja en blanco.

¿Y si en vez de no saber por donde arrancar un proyecto, y estar horas abrumado con tantas posibilidades, te volvés la mirada hacia una regla auto impuesta? Es decir, abrazar caprichosamente una limitación que ni siquiera la tenías de entrada.

Cuenta una leyenda incomprobable que el escritor americano Ernest Hemingway, conocido por alardear de sus propias capacidades literarias, apostó con sus amigos que era capaz de escribir una historia entera con tan solo seis palabras. Claro que parecía un hecho imposible, a final, como introducir personajes, explicar sus relaciones y contar un cuento con tanta brevedad. Así lo hizo:

«For sale: babies shoes, never worn» (En venta: zapatitos de bebe, nunca estrenados).

Es una historia que nos toca una fibra bien dentro nuestro y ni siquiera conocemos los detalles de los personajes (y si nunca leíste Hemingway, ahora podés decir que leíste una historia suya completa).

Ernest Hemingway, escritor americano
Ernest Hemingway, autor de novelas como «Fiesta» y «Por quién doblan las campanas».

 
A esa técnica de auto imponerse una limitación o un capricho, me gusta llamarla – o lo robé de algún lado – “cuarta pared”. Es como cuando tirás una pelotita de tenis contra la pared adelante tuya. La pelota viene con la fuerza de tu saque, choca con algo sólido y vuelve para vos un poco impredecible, y es esta impredecibilidad corresponde a esa parte de la idea sobre la cual uno se pregunta: ¿cómo se le ocurrió eso? (¿cómo mezclan rock con electrónico de esa forma?)

Con una amiga, que eventualmente se convirtió en mi dupla creativa, siempre jugamos a “¿qué tal si le ponemos un elefante?”. Si un día llegan a ver algo mío con un elefante, sepan que no hay ninguna grande observación por detrás, sino una limitación auto impuesta en el intento de sacar algo fresco.

Los diseñadores de Sagmeister and Walsh juegan deliberadamente con esa tecnica, imponiéndose de forma metalinguistica una serie de limitaciones en su proyecto para reinventar el logo de Adobe:



Los videos de #AdobeRemix, en los que constantemente buscan reinventar el logo de Adobe de acuerdo a limitaciones impuestas.

 
En una conferencia de Adobe Max, la mismísima Jessica Walsh afirma: “Uno puede pensar que no tener ninguna limitación sería un sueño, pero en realidad, es mucho más difícil encontrar una solución cuando no hay barreras ni guias. Creo que la creatividad vive de las barreras. Cuando tengo limitaciones, eso me hace el trabajo mucho mejor. Cuando tengo briefs muy abiertos, termino por imponerme mis propias limitaciones y reglas para que eso me ayude en la búsqueda por un concepto”.

La película The Five Obstructions, de Lars Von Trier y Jørgen Leth, es otro ejemplo disruptivo de como la limitación puede expandir el resultado de tu trabajo, en vez de agotarlo. Trier y Leth son amigos, pero a la vez alumno y mentor que aceptaron el desafío de rehacer The Perfect Human (1967) – película de Leth, favorita de Trier – pero respetando una serie de extrañas reglas arbitrarias. Las reglas, combinadas en 5 consignas, contenían imposiciones como: refilmar la historia original, esta vez en Cuba, con ninguna toma sobrepasando a las 12 frases. O mantener el espíritu original de la película, pero rehacerla como dibujos animados, o sumándole técnicas poco convencionales de filmación. El compilado de los experimentos resultó en una película que nos ayuda a entender como la limitación, contraditoriamente, te lleva a expandir los limites de una obra artistica.


Trailer de la película «The Five Obstructions», de Lars Von Trier y Jørgen Leth.

 
Por fin, hay otras tantas veces donde la limitación es algo que no podés elegir. El poco tiempo de ejecución, presupuesto, un capricho de una otra persona (muchas veces un cliente), la falta de materiales, o incluso una enfermedad te pueden cambiar drásticamente el proceso creativo. En estos momentos, uno puede elegir apropiarse de lo que le atrapa.

Luego de años persiguiendo el puntillismo, el artista audiovisual Phil Hansen desarolló un constante temblor en sus manos, algo que le impidió de profundizarse en esta técnica que requiere extremada precisión y nivel de detallismo. Y, después de abandonar la escuela de arte y hundirse en un hiato de tres años sin trabajar artísticamente, fue el diagnóstico de un médico (que le dijo que su condición era incurable) seguido de una recomendación, lo que le hizo volver con mucho más impronta a su ejercicio creativo. El daño en sus nervios era permanente, le dijo el especialista, su única salida era “aceptar el temblor”.

Obra de Phil Hansen, constituida por miles de lineas onduladas
Una de las obras de Phil Hansen, el artista que buscó la creatividad a través de la limitación.

 
El aporte de su condición neurológica a su obra Phil nos lo da a conocer en su charla TED, en la que nos cuenta que para ser ilimitado es necesario primero aceptar nuestros límites:


«Embrace the shake», por Phil Hansen, en TedxTalks.

 
Auto impuesta o resultado de casualidades de la vida, la experiencia de estos ejemplos no ayuda a desmitificar el miedo que le tenemos a las limitaciones, y a entender que un abordaje tan poco intuitivo como dejar de quejarnos y adueñarse de algo que parece achicar nuestras posibilidades puede, de hecho, producir grandes resultados.

Y vos, ¿qué temblores tenes que aceptar?

Contame por mail gustavomachado@me.com, así agrandamos la lista de ejemplos y podemos aprender de más experiencias personales. Y, encima, me decís qué te vienen pareciendo los últimos textos.

Abrazo,
 
Gus

 
 

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