Historias de aula

(ARGENTINA) – Profesor de publicidad y diseño gráfico en la Universidad de Palermo y de diseño gráfico en la de Morón, y director general académico en Espacio Virgen, Adrián Candelmi aprovecha este espacio para mirar por dentro su alma docente y, de paso, reconocer, agradecer, revisar sus aulas en imágenes y, por último, enorgullecerse.


«Nunca pensé en dar clases hasta que empecé a darlas. Y no paré hasta hoy», apunta Candelmi. (Fotos: Gentileza AC)

Más de la mitad de mi vida la pasé en un aula. Al lado del pizarrón. Y casi la otra, allá, sentado por el fondo a veces, o en primera fila otras. Aprendiendo y enseñado. Como alumno y como docente.

Siempre me gustó estudiar. Leer. Me gustaba mucho hacer láminas sobre los «aborígenes argentinos» y complementar la clase con arcos y flechas reales traídos de una reserva toba. Y una máscara. Que descolgaba de una pared de mi habitación y llevaba a clase, para beneplácito de mis maestras y compañeros de grupo. O «des lum brar» con el puntero armado con una antena plegable de auto y un capuchón de marcador rojo que mi viejo usaba para sus cursos de capacitación profesional y que (antecediendo a los láseres de hoy) me prestaba en ocasión de clases «muy» especiales. Y directamente «gastarla» con películas caseras de «CineGraf» (¡sí, soy grande!) en donde calcaba con tinta china y pintaba prolijamente con marcadores de colores, tanto esófagos, intestinos y páncreas, como mapas políticos (sin política, año 1977, 6º grado) o animales de la puna…

Estudié publicidad y diseño gráfico a la vez. Y me gustaban las dos. Aulas distintas, gente distinta… Horas de letraset, de rotrings, pistoletes y manchones de tinta y… ¡tener que volver a hacer un trabajo porque se te volcaba el tintero después de tres horas de estar dibujando a mano un logotipo y no porque se te colgaba la máquina!


1) En la Escuelita. 2) Corrigiendo. 3) En plena devolución. 4) Tomando examen.

Nunca pensé en dar clases hasta que empecé a darlas. Y no paré hasta hoy. Y es algo que disfruto y vivo con la intensidad de esas cosas que sabemos únicas. Porque un tema o una clase pueden repetirse infinitas veces, pero cada vez es distinto porque las personas son distintas. Alumnos, alumnas, y también colegas, decanos, directivos, directores, secretarias, bedeles, ayudantes, adjuntos, administrativos…

Admirados o no, los docentes somos para los alumnos una especie de «ser superior» que si además usamos pelo largo y escuchamos y vimos en vivo a Sumo o hacemos cosas creativas profesionalmente somos «lo más» hasta que ponemos un aplazo o corregimos todos los (muchos) errores de ortografía o pedimos otros bocetos porque todavía la idea no cierra.

Ahí el amor se acaba, la admiración se esfuma y la buena onda deja paso a unos largos momentos de incomunicación. Hasta que la cosa se habla, se recompone, un nuevo TP pasa a ser el desafío y… la base está.

La satisfacción de ver a un alumno/a superarse en su producción, o en su calidad de entrega, o en su aplicación de lo enseñado y aprendido no tiene medida. Ni qué hablar del orgullo al leer sus apellidos y nombres trabajando para importantes marcas. O encontrarlos en alguna agencia o empresa o medio, previo a una entrevista con alguien de ahí y sentir que en ese abrazo y en ese beso estuvo tal vez el mejor resultado de lo que fuimos a buscar.


5) Ganadores del premio Clarín. 2) Un taller en Guayaquil. 3) Un taller en Lima. 4) Fin de año con alumnos de la UM.

El aula. Las aulas. Historias de aula. Si las excusas han sido generalmente creativas según el nivel de inventiva del o de la excusada, cuánto más al tratarse de «estudiantes creativos de creatividad» o «alumnitas creativas y escotadas y preocupadas»…

Agradezco enormemente el cariño y la buena leche de todos los alumnos y alumnas en todos estos años. Y también la magia. La de engancharse con las teóricas y las consignas de algunos trabajos prácticos. La de encontrar el mejor 7 en cuerpo 300 hecho a mano en un pizarrón luego de que San Lorenzo sufriera una histórica goleada por parte de sus «hijos» futbolísticos. La de, ante la consigna de realizar un trabajo sobre personajes creativos universales, asistir al «velatorio» de Jim Morrison, con velas, ¡coronas de flores! y el propio Jim hablando desde una TV blanco y negro rodeada de incienso y demás… ¡en un aula! La de haber sido parte chiquitita —y por culpa de un TP sobre duplas creativas argentinas— de una historia genial de amor entre una bella y creativa alumna, hoy fotógrafa y madre, y un redactor grosso que se transformó en uno de los más importantes creativos de la publicidad argentina (mmmm… ¿se habrá sacado un diez? Yo creo que mucho más). La de sentir, ante una confesión valiente de un alumno en una clase de la materia Campañas de Bien Público, que el aula es mucho más que sillas, mesas, cuadernos y apuntes.

Gracias a las aulas conocí a a miles de personas y por suerte también a mis dos queridos amigos y socios, viajé, me crucé con gente valiosa y de la otra, tuve amores y desamores, crecí, viví, sentí, sufrí, me enojé, disfruté y me emocioné.

¡Uy, se nos pasó la hora! ¿Hacemos un recreo?

 

ADRIÁN HORACIO CANDELMI (03/09/65)

Candelmi en los tiempos en que, con 23 años, daba sus primeras clases.

Publicitario y diseñador gráfico. Estudió en la FAECC (Publicidad) y en la Escuela Panamericana de Arte (Diseño Gráfico). Fue diseñador senior en el estudio Fracchia y Asociados y en SEISD (arquitectura, diseño gráfico y comunicación visual) entre 1985 y 2003.

Profesor de la Universidad de Palermo en Publicidad y Diseño Gráfico (desde 1990 hasta la actualidad), donde publicó: Carrera de Dirección de Arte (2001), Creatividad en Bien Público (2002), Perfiles profesionales en publicidad: nuevas demandas de capacitación (2003), Creativos UP, una muestra de talento (2004). Formó parte del Consejo Asesor Académico en su primer año de gestión (por la carrera de Publicidad) y también es responsable del área de Diseño Publicitario dentro del Equipo del Ciclo de Desarrollo Profesional de la Facultad de Diseño y Comunicación de la UP. Fue Coordinador Académico del área Creatividad Publicitaria que abarca a la carrera de Dirección de Arte Publicitario y otras asignaturas creativas de las carreras de Publicidad y Diseño Gráfico de esa facultad.

Profesor de la Universidad de Morón en Diseño Gráfico (desde 2001 hasta la actualidad), donde es titular de cátedra de Diseño Gráfico IV y Trabajo de Campo de Diseño Gráfico, ambas de 3° año.

Entre 2006 y 2008 fue profesor de Diseño Gráfico en la Escuela Superior de Creativos Publicitarios.

Hoy es uno de los titulares de TEGRA (Comunidad Gráfica) y productor general de Terrorismo Gráfico, publicación que edita (junto a Patricio Crespi) periódicamente desde junio de 2004 (10 números como revista postal) y a punto de lanzarse el Nº 3 bajo su nuevo concepto: Museo Postal Móvil (TG/MPM).

Expositor y conferencista en distintos eventos de diseño, es creativo voluntario y coordinador estratégico y del jurado del Concurso Nacional de Campañas Creativas de Bien Público organizado por La Usina (ediciones 2005, 2006, 2008 y 2010).

En septiembre de 2007 participó junto a Neville Brody, Sweden Graphics, Quick Honey y otros del 7º Congreso Internacional Esquina Norte (Tijuana, México), donde presentó el nuevo proyecto TG/MPM.

Desde diciembre de 2008 es director general académico de Espacio Virgen, un proyecto educativo co-dirigido junto a Esteban Ibarra, orientado a la especialización en diseño, comunicación, creatividad e innovación.

En enero de 2010 llevó a cabo en Guayaquil y Lima las Jornadas Vírgenes especialmente desarrolladas para los equipos creativos de Johnson & Johnson de Ecuador y Perú.

En noviembre de 2010 fue jurado de los Premios Clarín a la Creatividad.

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