Mariano Goscilo, creativo y escritor: «En el arte, vos definís el cómo, pero también el qué»

(ARGENTINA) – Formado en la Escuela Superior de Creativos Publicitarios, Mariano Goscilo hoy no sólo da clases de creación en ese centro de estudios: además, es writer producer del canal Space en Turner Broadcasting System y autor de los libros Tengo una idea (cuentos y textos breves, Léctica Ediciones, 2007) y Todos tienen un plan hasta que reciben una trompada en la boca (poemas, Milena Caserola, 2015). Para hablar de todo eso y tratar de retratarlo, PRIMER BRIEF se reunió con él en un bar del barrio porteño de Almagro. «En la publicidad te marcan el qué y vos definís el cómo; en el arte, en cambio, ambas cosas dependen de vos», sostiene.

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Goscilo: «A veces siento que soy demasiado creativo publicitario para ser artista y demasiado artista para ser creativo publicitario».

 
POR PANCHO DONDO
Director de PB
(Fotos: PB)

 
Mariano Goscilo tienen 33 años y, desde que egresó del secundario en el Colegio Nacional Carlos Pellegrini, hace exactamente quince, no para de crear. Esa probablemente sea la razón por la que las dos primeras carreras universitarias que intentó, comunicación social y licenciatura en artes, le resultaron excesivamente lentas y teóricas: el quería hacer. Crear.

En eso está desde que, en 2003, en un cumpleaños, alguien le contó que existía un lugar llamado Escuela Superior de Creativos Publicitarios. Nunca había pensado en aprender publicidad, pero si era como le decían, un lugar donde realmente se creaba haciendo, le interesaba. Y ese interés se confirmó, primero, cuando empezó a cursar, y segundo, cuando empezó a trabajar en dupla con un compañero de aula llamado Ciro Jaén. «Era un panameño que se destacaba especialmente, además de por su talento, porque era una bestia consiguiéndonos entrevistas —recuerda Goscilo—. Con él fuimos a ver a Facundo Goldaracena a Lowe A&B, a Seba Wilhelm a Santo, a creativos tremendos. No quedamos en ningún lado, pero la adrenalina de esas búsquedas no la olvido más».

Hasta que en la vida profesional de Mariano apareció la revista Nah!, creación de otro ex alumno de la Escuelita, Sebastián Rodo Rodas y el lugar con el que sigue ligada la vida profesional de Mariano todavía hoy, casi siete años después; al principio, como redactor estable y hoy, como colaborador free-lance. Y un espacio de formación que, según recuerda Goscilo, resultó clave para su recorrido: «‘Vos no sos de Boca, sos de Racing’, me dijo Rodo la primera vez que me senté frente a él. ‘Porque acá trabajamos para River’. Nah! fue una escuela tremenda: si la Escuelita fue la facu, Nah! fue el posgrado. Era alucinante: estábamos ahí de 10 de la mañana a 7 de la tarde y teníamos absolutamente de todo: una revista de humor absurdo, una radio y un cliente como River, con el que popularizamos cientos de memes«.

 
CREATIVO DE LIBROS

Todo aquel material, de los más variados formatos, fue el que le permitió a Mariano, en 2007, reunirlo y publicar su primer libro, Tengo una idea, editado por Léctica Ediciones. Eran tiempos en que su derrotero definitivo no estaba todavía claro y la duda de cuál sería su camino estable rondaba todo el tiempo su cabeza: «A veces siento que soy demasiado creativo publicitario para ser artista y demasiado artista para ser creativo publicitario».

Así, con esas dudas y sin saber muy bien si debía aspirar a una beca Fabrica (las que el grupo Benetton ofrece para ir a formarse a su planta de Treviso, Italia) o intentar concretar la soñada entrevista con Andy Kusnetzoff en Perros de la calle, de pronto se encontró conversando con Adriana Amante, la directora académica de su querida Escuela Superior de Creativos Publicitarios, y analizando la posibilidad de convertirse en docente de una material anual más que atractiva, titulada Creación. «Y todo terminó siendo mucho mejor de lo que yo soñaba —sonríe Mariano—. La materia es creación no publicitaria, y me resulta un placer muy especial cuando logro correrme yo del lugar protagónico y generar un debate y que todo salga de lo que los chicos traen».

Un lugar protagónico que, de todas maneras, en ciertos momentos Mariano sí ocupa: eso ocurre cuando toma consciencia de que, a sus 33 años, ya tiene editados dos libros, uno de textos breves y el otro de poesía. «Verlos hechos realidad fue algo así como tener la carpeta impresa —compara—. Yo hago contenidos, así que la gente que a mí me interesa puede juzgar lo que yo hago a través de mis libros. Al primero lo edité de modo muy casero, pero el segundo ya fue hecho por una editorial que se dedica a la poesía y tiene más que ver con mi verdadera vocación».

Ese segundo libro, Todos tienen un plan hasta que reciben una trompada en la boca (Milena Caserola, 2015), tiene una historia muy particular detrás de su curioso título: «Viene directamente de un dibujo muy lindo de Mike Tyson, que está incluido en el excelente Libro de retratos de Pablo Bernasconi (Edhasa, 2008), y de una frase que leí ahí».

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He aquí la ilustración de Pablo Bernasconi, con la frase de Mike Tyson al costado, que tan inspiradora le resultó a Mariano.

 
Aquella frase de Tyson lo llevó a Mariano a escribir, de un tirón, un texto que aparece, sin título, en la página 13 de su nuevo libro: «Todos los planes están malditos. Lo dice Enrique Symns y lo puede suscribir cualquiera. En el mejor de los casos, somos lo que quedó de la planificación de nuestros padres. Eso si no caímos al baile por accidente. Andá a saber. Las cosas no suelen salir como las pensamos. Resultan mejores, peores o simplemente diferentes. Hacemos planes para matar la ansiedad. Como en la escondida, contamos con los ojos cerrados hasta que los hechos salen a nuestro encuentro. Muchas veces la manera de solucionar un problema es no hacer nada. Como dice Mike Tyson: todos tienen un plan hasta que reciben una trompada en la boca».

 
ESCRITOR DE TELE

Hoy, Goscilo continúa colaborando con Nah! como free-lance, luego de orientar sus búsquedas a lugares con contenidos diferentes, como canales de televisión. «Primero hice unos frilos para MTV y VH1, una promo de un metalero que tenía que pasar un detector de metales (That Metal Show, de VH1), y sospecho que eso fue lo que me ayudó a entrar en Turner».

Y esa es la actualidad de Mariano: trabajar como creativo del canal Space, después de haber estado un tiempo en Warner. En total, distribuido entre sus canales, Turner Broadcasting System tiene, en la Argentina, unos veinte redactores y tres o cuatro directores creativos: un departamento creativo de agencia mínimamente importante. «Pero a eso hay que sumarle un montón de gente, entre diseñadores, editores, gente de producción: la gente que trabaja en Turner vinculada directamente a la creación es muchísima», aclara Mariano.

 
ALL TOGETHER NOW

La definición es perfecta y corre por cuenta de un Goscilo inspirado: «En publicidad te marcan el qué y vos definís el cómo; en el arte, en cambio, ambas cosas dependen de vos. Y en trabajos como la generación de contenidos está abriéndose algo híbrido que puede hacer crecer esa libertad del qué: digo esto pensando que quizás algún día se concreta mi sueño de armar algo absolutamente propio y que después aparezca alguien que quiera producírmelo».

Hoy su derrotero definitivo está un poquito más claro, porque a pesar de que Goscilo no percibe conflicto alguno entre el arte y su trabajo, sí aspira a que el día de mañana los dos caminos puedan unirse, tal vez cediendo un poco en cada terreno. Quizás ese día sienta que ser demasiado creativo publicitario para ser artista y demasiado artista para ser creativo publicitario sea lo mejor que le pasó en la vida, porque él en realidad quiere seguir siendo las dos cosas.


 
ASÍ ESCRIBE

 
ARG-MarianoGoscilo-TodosTienen-Tapa-188x300pxEL MILAGRO DE LA COMUNICACIÓN (*)

Tener secretos es una mierda
porque después de Facebook
uno solo quiere compartir.

Hay música en las palabras
que no se cantan.
Hay canciones
que son para leer.

El ego
es una autoestima
adicta a los likes.

 
(*) De «Todos tienen un plan hasta que reciben una trompada en la boca», 2015.

 
 
ARG-MarianoGoscilo-TengoUna-Tapa-207x300pxEL ORIGEN (**)

Cuentan que estaba Dios en pleno brainstorming, cuando un boceto de pajarito se posó en su ¿hombro? y eructó. Dios, siempre un paso adelante, no se sorprendió. Pero enseguida advirtió las ventajas de no controlarlo todo: Él, como todo personaje “importante”, anda siempre de reunión en reunión, incluso hasta hay días en que se olvida de almorzar, por lo que resolvió crear una estructura que se autorregule, para a lo sumo ir una vez por semana a ver cómo anda todo.

Cuando hubo reunido una buena cantidad de material de lo que sería “El mundo”, armó un power point –muy claro y prolijo, porque para eso es Dios y no va a andar resbalando en nimiedades mortales como cómo subir un archivo– y se lo pasó a uno de sus asistentes. Este secretario sólo tenía que ejecutar las muy concisas indicaciones de Dios, quien debía asistir a un seminario interestelar donde dictaría un curso llamado “Todo. Sí, todo”.

Pero, como sabemos, el asistente se equivocó en algún lado. Porque si no esos dos edificios no se hubiesen caído ni un número diez pelado hubiese pegado un cabezazo ni la manteca tendría tanto colesterol.

Cuentan también que Dios castigó a ese asistente haciéndole bajar a la Tierra. Y que no pasa un día sin lamentarse por haber tercerizado su obra.

 
(**) De «Tengo una idea», 2007.

 
 

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