«El amor tiene fecha de vencimiento», una reflexión a tomar en cuenta

(ESPAÑA) — Según los especialistas, solo existen siete tipos de historias (de esto hablaremos otro día), entre las cuales se encuentra una muy específica: la búsqueda del amor. Es por eso que muchísimas marcas han apelado al storytelling emocional para enganchar al público. ¿Pero qué pasaría si eso fuera sólo la mitad del relato, la más positiva, antes de un desenlace desafortunado? María Puebla, psicóloga y pensadora, hoy se convierte en columnista de PB para compartir su mirada sobre el asunto y dejarte pensando.

Un romance puede empezar inesperadamente, como en este comercial de la agencia Mother para el sitio web Match.com. Pero, ¿ese momento dulce puede ser en realidad el comienzo de un desastre inminente?

 
POR MARÍA PUEBLA
Psicóloga y especialista en neuropsicologìa
Redacción especial para PB

 
¿Qué pasa en el cerebro cuando nos enamoramos?

Cuando nos enamoramos, se activan todas las partes de nuestro cerebro, excepto la más moderna, la corteza prefrontal, que es justo la que nos ayuda a pensar con mayor claridad y realismo (esto último, principalmente en los hombres).

El enamoramiento empieza por los ojos (si sos vidente, claro) en los dos sexos, pero más en los varones; por eso ellos son más enamoradizos. Los chicos tienden a dar más valor a los estímulos visuales, porque su vista evolucionó para reconocer alimentos en buen o mal estado: miles de años atrás, los seres humanos vivíamos mucho en los árboles (para resguardarnos de quienes querían comernos) y éramos recolectores de fruta y otras posibles comidas. Los varones, entre otras cosas, estaban a cargo de identificar el alimento en buen estado para, así, proveer a la pareja y su cría. Por eso es tan importante la vista para ellos: porque si no hacían bien su trabajo se cargaban a toda la familia.

Las chicas, por otro lado, priorizamos aquellas características de la personalidad que tengan que ver con el cuidado y la protección nuestra y de nuestros hijos, por sobre el atractivo físico. Después de la vista, están los otros sentidos que también son importantes para activar y mantener ese amor romántico. Por eso, oler el perfume de la otra persona nos activa el cerebro con la misma intensidad que verla. ¿Pero qué significa que se activa el cerebro? Quiere decir que entramos en lo que los especialistas llaman “estado de gilipollez transitorio”. Algunos incluso hablan de poner sobre aviso de esta situación al encargado de tus finanzas, para que tome las medidas pertinentes, ya que se trata de un estado de alto riesgo para el bolsillo (o, mejor dicho, la billetera).

Y, como si eso fuera poco, de los nervios o la emoción de ver o escuchar a tu media naranja, vas a perder el control de algunas partes de tu cuerpo como las manos o los labios. Son famosas las comedias en las que el protagonista tartamudea o se pone torpe cuando ve a la chica de sus sueños. El corazón va a latir más rápido, llévate desodorante porque vas a sudar más de la cuenta y es muy probable que te sonrojes… por mencionar algunos de los cambios físicos clásicos que se experimentan en esta etapa.

Un poco más, que no hemos terminado aún, y es que también hay síntomas psicológicos. El clásico es que no vas a poder parar de pensar en él o ella. Y, especialmente, no vas a poder parar de pensar en follarte a esa persona. Los expertos le llaman a esto pensamiento obsesivo. Pero también te va a costar dejar de mirarla, a la cara o en las fotos del móvil (alteración de la atención) y vas a tener muchas ganas de pasar tiempo a su lado (dependencia emocional).

Es un estado que es importante que experimentes, porque a pesar de que los síntomas pueden resultar un tanto molestos (algunas personas los han referido como semejantes a los de un ataque de pánico), es muy bueno para la salud mental y física y, obviamente también, para la supervivencia de la especie. Porque lo que se busca, en último o en primer lugar (esto es como el huevo o la gallina), es la reproducción. Al respecto, Helen Fisher, una reconocida antropóloga que se dedicó a estudiar este tema nos dice en su libro ¿Why we love?: “El amor romántico está profundamente enraizado en la arquitectura y la química de nuestro cerebro”.

Pero, como mencionábamos en el título, este estado tiene fecha de vencimiento. ¿Por qué? Pues porque todo ese despelote químico no es posible de tolerar por mucho tiempo. Moriríamos si así sucediera. De hecho, existe el síndrome del corazón roto o cardiomiopatía de Takotsubo que da cuenta de los problemas al corazón que se pueden experimentar en caso de romper con la pareja en esta etapa. Lo cual, una vez más, da cuenta de la intensidad de las respuestas biológicas en este etapa.

Otro de los motivos por los que esta etapa se vence es que después de esos novecientos días, o dos/tres años de relación, la cría que se ha conseguido producto de esa unión, y siempre en términos generales, ha alcanzado un mínimo nivel de autonomía que les permite a sus padres despegar un poco la atención que le dedicaban. Acá lo que pasa muchas veces es que las parejas “vencidas” deciden volver a tener hijos y así sucesivamente. No es casualidad que, en general (y si no sos del Opus Dei), la diferencia entre hermanos sea de dos a tres años o que tus padres se hayan separado un poco después de ese tiempo.

Pasados esos novecientos días, esas pequeñas cosas que no parecían molestarte del otro o de la otra empiezan poco a poco a convertirse en enormes volcanes cuya erupción va quemando todo lo que encuentra a su paso y minando la relación. “Paco, ¿que no te has visto como tienes los pelos de la nariz?”. “Sí, Martita, que siempre los he tenido así, y que me regalabas el rasurador de vellos cuando estábamos de novios, ¿no te acuerdas?”, por mencionar una de las miles de cuestiones que siempre viste, supiste y minimizaste porque te parecieron peculiares y hasta detalles o defectos simpáticos. Pero que ahora comienzan a estar siempre presentes y que ya nunca más dejarán de estar a la vista, ni para vos ni para esa otra persona.

Es decir, que somos seres diseñados neurobiológicamente para que el fenómeno del enamoramiento nos suceda y nos suceda con esa intensidad, porque su objetivo es la unión y la unión para la procreación. Lo dijimos al principio, y es que cuando nos enamoramos nos volvemos primitivos y una parte de nuestro cerebro es como si se desconectara, la que tiene que ver con el juicio crítico, la planificación y la inhibición de nuestros impulsos.

Claro que hay parejas que, por sus características personales y también por su cultura, pueden estirar o acortar más o menos ese plazo, pero es algo que escapa a la generalidad.

La suerte es que, pasado el período de enamoramiento y si la relación sobrevive, se reactivarán zonas del cerebro que nos permiten tener un juicio más crítico y que nos van a permitir renegociar las reglas del juego en la relación, barajar y dar de nuevo, o como lo quieras llamar. Ya no te vas a cagar encima cuando escuches la voz de tu media naranja al móvil, pero quizá tu vida tenga más sentido junto a la persona que has elegido que te acompañe y por lo que sea que hayan decidido que merece la pena. Y, por supuesto, sólo después de haber transitado juntos ese estado de gilipollez.

 
 

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