Muy lindo el baño, mi mujer, mis chicos y todo, por Mariano Augugliaro

(ARGENTINA) – «Pasen y jueguen», comenta Mariano Augugliaro (*) en su segunda columna, en la que comparte en sus textos autoilustrados la dirección de cuentas, la creatividad, el arte, el dibujo, la publicidad en general y, en realidad, la vida misma.


Ilustración realizada por Mariano Augugliaro en 2012: tela collage con acrílico y tintas.

 
POR MARIANO AUGUGLIARO
Profesor y coordinador de la orientación de Atención de Cuentas en la AAP / DG en Macomunicación
Especial para PB

 
Me puse a pensar en la segunda columna para esta revista, mi mujer me miró con sus ojos celestes y entendí su mirada: era momento para acercarme a la biblioteca. Lo hice y se me cruzó un libro, un gran libro: La era del vacío, de Gilles Lipotevsky. Tal vez por causalidad, o no tanto, creo que lo voy a utilizar en esta nota.

Lo abrí y en la primera página me encontré con mi letra, que dice julio de 1998. Cuántas cosas y cuánta agua pasó por el río. Releí mis anotaciones y me encontré con estas, que me siguen llamando la atención:

«En una sociedad en que incluso el cuerpo, el equilibrio personal, el tiempo libre están solicitados por una plétora de modelos, el individuo se ve obligado a escoger permanentemente, a tomar iniciativas, a informarse…».

«El humor, desde ahora, es lo que seduce y acerca a los individuos: Woody Allen está clasificado en el hit parade de los seductores de Play Boy…».

«¿Agotamiento de una cultura hedonista y vanguardista o surgimiento de una fuerza renovadora? ¿Decadencia de una época sin tradición o revitalización del presente por una rehabilitación del pasado? ¿Continuidad renovada de la trama modernista o discontinuidad?»

Estas palabras, este libro y la vida me hacen acordar de que ayer por la mañana, en el subte línea E rumbo a dar clase a la AAP, dos personas, una mujer y un hombre de diferentes edades, uno más grandes que yo y otro menos, se pasaron siete estaciones sólo y sólo jugando al Candy Crush en sus celulares.

Como publicitario pensaba en los anunciantes que habían hecho una gran inversión para que sus productos fueran vistos, comunicados y recibidos por sus clientes y ellos sólo estaban jugando al Candy Crush. Pensaba en la gente que ya no mira ni los diarios, aunque sean gratis, no escucha radios y tal vez prefiere llegar de esos subtes y de un día agotador para saludar con un hola a sus maridos y mujeres y en la oscuridad de la cama, con su notebook, quedarse hasta altas horas de la madrugada jugando. Pobres anunciantes, por algo no está Tinelli este año. ¿Estará jugando?

Llegué a la clase y el tema a explicar era cómo y dónde mejoramos la planificación de los medios. Pensaba en la gente de Medios, de las importantes centrales del mundo que con todos los conocimientos y con la más alta tecnología piensan en cómo llegar a los consumidores de alfajores, y los potenciales compradores solo juegan al Candy Crush. Comencé la clase y miraba la cara de mis alumnos, futuros directores de arte, redactores, ejecutivos de cuentas y planificadores de medios, y me los imaginaba armando una campaña 360 a nivel nacional con una alta cobertura y frecuencia para posicionar a Candy Crush. Escuchaba preguntas como estas en mi mente: «¿Cuál es la inversión de la empresa CC & INC? ¿Es un reposicionamiento del juego en la India o en Mendoza?». En ese momento no tuve mejor idea que tomar mi libro de La era del vacío y pensar en mi mujer (siempre pienso en ella cuando estoy aturdido). Encontré estas líneas:

“Los signos son innumerables: relajamiento en las relajaciones interindividuales, culto a lo natural, parejas libres, profusión de divorcios, aceleración de los cambios de gustos, valores y aspiraciones, ética tolerante y permisiva, pero también explosión de los síndromes psicopatológicos, del estrés, de la depresión…”.

“Cada generación gusta de identificarse con una figura mitológica en función de los problemas que viva dicha generación. Edipo, como emblema universal. Prometeo, Fausto o Sísifo, como espejos de la condición moderna. Cuidar la salud, preservar la situación material, esperar las vacaciones: vivir sin ideal, sin objetivo trascendente resulta posible…”.

En mi escritorio de la agencia me esperaban, en mi casilla de emails, muchos desafíos y trabajo. Abrí mi Facebook y me encontré con cuatro invitaciones (sí, C U A T R O). Después de una semana agotadora, un buen asado, una charla y un vino me hubieran venido muy bien. Pero al abrir el Facebook aparecen cuatro invitaciones a jugar y no sé qué de las vidas al Candy Crush. ¡¡Lo que me faltaba!!

Miré quien me lo había enviado y vi que amigos: un gerente regional de la gran perra, otro profesor de la que no sé qué… y todo así. ¿Pero estos tipos no estaban trabajando o sólo se dedicaban a jugar? De envidia y de la mala, la única que existe.

Volví a agarrar el libro y sólo me quedé con la tapa y con el título: estaremos viviendo una era del vacío, porque creo que esta es la era del puto Candy Crush.

 


 
(*) ¿QUIÉN SOY?


¿Pero quién soy? Director de cuentas, padre, marido, dibujante, escritor, cocinero, coordinador de Atención de Cuentas en la AAP, profesor, amigo, etcétera.

 
 

1 reply »

  1. Creo que no hay que dramatizar son etapas y todo cambia y creo que no es tan malo jugar, renueva y saca a flote el niño que todos llevamos por siempre y por ver güenza ahogamos. Quizás sea la necesidad de desenchufarnos de los temas reales que nos acechan: inseguridad, inflación, salud, educación, piquetes de todo tipo y color…No está tan mal por un momento hundirnos en la dulzura del Candy Crash

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