Cristóbal Oviedo, director creativo de Freestyle: «La curiosidad está en nuestra génesis»

(ARGENTINA) – Cristóbal Oviedo (Cristo, para los amigos) es director creativo de Freestyle, la «escuela-agencia» de publicidad que se las trae. Franco de Berti, estudiante de Brother Buenos Aires, tuvo la oportunidad de entrevistarlo y de hablar con él sobre la educación de hoy en día en el mundo de la publicidad, el origen de Freestyle, sus experiencias y los requisitos para ser un freestyler. ¡Más que interesante!

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Cristo: «La génesis de FS es decirte ‘mirá, podés hacer todo esto para marcas de verdad, ¿que elegís?'».

 
POR FRANCO DE BERTI
Estudiante de Brother Buenos Aires
Redacción especial para PB

 
—¿Qué es Freestyle?
—Una escuela agencia es como se describe Freestyle, pero creo que es más una agencia donde hacés escuela: se generan dinámicas de grupo muy buenas en un ambiente en el que se trabaja un montón, pero divirtiéndose.

—¿Cómo surgió la idea de hacer Freestyle y qué era lo que estaban buscando?
—La idea la trajo Diego Castillo, uno de los socios de Brother, con la intención de romper con las estructuras tradicionales de escuelas creativas, con una propuesta en la que el trabajo es real, publica y concursa en festivales. En lo personal me pareció un muy lindo proyecto y ni lo pensé.

—¿Qué es una escuela agencia? ¿Qué la diferencia de una agencia real? ¿Podría llegar a lanzarse como agencia real?
—Creo que la diferencia principal está en la libertad que te da Freestyle a la hora de trabajar briefs reales o encarar un proyecto personal. La génesis de FS es decirte “mirá, podés hacer todo esto para marcas de verdad, ¿qué elegís?”. Y podés laburar campañas, o traer tus proyectos para desarrollar en equipo, o las dos cosas, en un punto para un creativo es una liberación poder hacer las cosas como a él le gustan, sin tanto filtro, ese que es natural en el proceso de una campaña, se hace más disfrutable y el resultado se ve, ya tenemos alumnos en Madre, Young Argentina, uno en Ogilvy Colombia como director de grupo, y otro abriendo su propia agencia en Paraguay.

—Además de publicidad, ¿qué otros proyectos se desarrollan?
—Depende, desde la conceptualización de un producto nuevo hasta proyectos personales que los alumnos traen, ideas de ellos: ya tuvimos, entre otros startups, un proyecto de tango contemporáneo, un portal de gifting y un sistema de donación de ropa usada en gimnasios, entre otros que vamos a trabajar en breve. Lo lindo de este sistema es la variedad, nunca sabés con qué te vas a encontrar y siempre es un desafío muy lindo.

—A Freestyle entran sólo diez personas. ¿Qué se necesita para ser una de ellas?
—Hambre.

—¿Ya hay o va a haber sucursales de Freestyle en otras escuelas de Brother en Latinoamérica?
—No lo sé, supongo que dependerá de cómo se desarrolle Freestyle Buenos Aires como sede principal. En principio el foco está puesto en el aquí y ahora, tratamos de hacer el mejor trabajo posible con lo que nos ponen delante, y si lo hacés bien, cuando levantás la cabeza avanzaste sin siquiera pensarlo; tratamos de ejercitar eso.

—¿Abandonaste por completo el trabajo de publicista?
—Trabajo como freelancer para una agencia de acá y otra de Nueva York, pero por ahora no volvería a una agencia. Hoy me quiero volcar más a la parte de fotografía publicitaria. Yo había trabajado ya con Ale Burset, para mí uno de los mejores fotógrafos del mundo en este momento. Había renunciado a la agencia, no sabía bien qué quería hacer, lo llamé un día diciendo que quería aprender fotografía y ahí mismo me dijo «venite para el estudio». Ahí arranqué. Él me consultaba sobre dirección de arte y, a su vez, me permitía estar en las tomas, me explicaba; así fui aprendiendo.

—¿Cuándo descubriste que te gustaba enseñar? ¿¡Como llegaste a Brother? ¿Enseñaste en algún otro lugar? ¿Cuál es la diferencia?
—Enseñar es una palabra fuerte, prefiero decir mostrar y que me muestren. Después de todo, el pasaje de información está muy ligado a la experiencia personal: mis clases son como me gustaría que me las hubieran dado a mí. Y de mis alumnos es de quienes más aprendo cada año: son un montón de inputs, de cabezas diferentes con maneras de pensar diferentes. Eso está buenísimo y eso es lo que me gusta. A Brother llegué por un director creativo de La Negra (la ex agencia de Mercado), fue mi única experiencia dando clases. Este es mi séptimo año. La diferencia (por lo que escuché de los mismos alumnos que cursaron en otras instituciones) es el ritmo y la exigencia, estamos bastante cerca del ritmo agencia, lo que permite que los egresados lleguen mejor preparados al mundo laboral. Pero —como en cualquier profesión— el motor debería ser la pasión, estudies donde estudies, o trabajes donde trabajes.

—Además de la publicidad, ¿se desarrollan otros proyectos? ¿Cómo es la parte no publicitaria de Freestyle?
—Esa parte funciona de la siguiente manera: vos tenés una idea en la cabeza más o menos armada de lo que querés y detrás hay una conceptualización y un desarrollo de marca. A partir de eso, se empieza a pensar como una marca integral: desde cómo se va a comunicar la marca, hasta, por ejemplo, si tenés una florería, cómo va a estar diseñada y decorada, etcétera. El año pasado hubo, por ejemplo, un proyecto para una persona que hoy está abriendo su propia boutique creativa en Paraguay. Otro proyecto fue el de un chico que está actualmente cursando, que trataba de regalos por internet por asociaciones a diferentes marcas. La idea me pareció muy buena y todavía está en desarrollo.

—¿Cómo arrancaste en la publicidad?
—Mirando tele (¡antes la gente miraba la tele!) descubrí el comercial Metamorfosis, de Pablo Minces para Axe, y entendí que quería hacer eso. Unos años después tuve la suerte de trabajar con él, y con muchos de los creativos más talentosos del mercado. De todos aprendí algo, y a todos les robé algo que me servirá para hacer lo que quiera en la profesión que sea: por si alguna vez lo leen, mis agradecimientos a Carlos Pérez, Carlos Bayala, Mariano Sigal, Gonzalo Vecino, Seba Wilhelm y Martín Mercado.

—¿Qué cosas ves erradas en la educación de hoy?
—Las formulitas (en cualquier tipo de educación), esto de creer que porque algo funcionó hasta ahora entonces no debería cambiar nunca, cuando en realidad el mundo cambia constantemente junto con las personas que lo habitan. Hoy en día el acceso instantáneo a cualquier tipo de información es moneda corriente, en mi época de estudiante el acceso a información era mucho más limitado: lo que decía el profesor era palabra santa y el único medio de aprendizaje. Hoy los pibes llegan mucho más formados a clases desde el día uno, en parte porque hay una investigación previa de lo que les interesa y lo que les gusta, llegan con una idea mucho más clara. En mi caso me gusta fomentar el debate, ¡y que me hagan ver que no tengo siempre razón está bueno, así de paso aprendo algunas cosas! Pero en muchos lugares se sigue enseñando con una fórmula vieja. Creo que fomentar la experimentación y la exploración lateral siempre es bueno; eso no quiere decir que no haya que conocer lo que vino antes, porque es el cimiento, pero es de ahí hacia arriba. Hoy se condena mucho al que se equivoca, cuando en realidad el error es algo que debería fomentarse: si no, no crecés…

—¿Qué diferencia a Freestyle de otros lugares donde se enseña publicidad?
—FreeStyle parte desde las ganas personales. Freestyle es: «Vení y hacé lo que quieras, pero hacelo».

—En otras entrevistas sobre Freestyle dicen que hoy en día todos los alumnos tienen las mismas carpetas, los mismos avisos, y son iguales. ¿Qué sería un alumno diferente? ¿Qué necesita alguien que quiere arrancar en la publicidad para no ser uno más del resto?
—Lo primero es la curiosidad, está en nuestra génesis (si no, preguntales a los desquiciados que pisaron la luna), y lo segundo es la voluntad de re-trabajar constantemente y aprender a soltar. Si no te frustrás: esta es una profesión que fomenta la frustración de maneras bastante incisivas. Por otro lado, si no querés hacer lo mismo que hicieron otros, lo primero que tenés que hacer es estudiarlo. Y trabajar con las manos, eso es lo más importante: porque en la imperfección está la belleza, se ve la persona que hay detrás y esa huella es única.
 
 

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