(ARGENTINA) – Gus Machado es un creativo brasileño viviendo en la Argentina, donde ha pasado por Ponce Buenos Aires y Dentsu Aegis Network como director de arte. En Brasil, desde 2007, trabajaba como redactor, y por eso ahora se arriesga a escribir en castellano. Pero no sobre publicidad. Sobre eso ya hay mucha gente buena escribiendo. Prefiere escribir sobre la bravura del proceso creativo y el universo cultural alrededor de eso. En la nota de hoy, Gus nos invita a reflexionar sobre la importancia de creer en uno mismo y en nuestro trabajo, aunque a veces todos nos creamos un poco chotos.
THE GAP por Ira Glass, vídeo del texto compartido por Gus en la nota de hoy.
POR GUS MACHADO
Estudió en la Universidad Tiradentes y en Brother Buenos Aires
Redacción especial para PB
Algunos días me despierto, me cepillo los dientes, y luego me quemo los dedos y la punta de la lengua tomándome un cortado a las apuradas. Siento ese gusto raro a menta y café que sienten diariamente los que se cepillan los dientes antes de desayunar. Vuelvo al baño para lavarme la cara. Me miro por dos segundos más de lo que debería y ahí… me doy cuenta de que soy un choto. «Hoy», pienso, «hoy es el día que se van a dar cuenta que soy una farsa y que no tengo ni la más mínima idea de lo que estoy haciendo en el trabajo». Muchos conocen esta sensación. Y de tan usual, ya fue objeto de estudio de psicólogos y educadores. A esa falta de fe temporal en uno mismo, la ciencia le puso el elegante nombre de “Síndrome de Impostor”. Y, si bien no es una condición psicológica (quédense tranquilos), puede ser un fenómeno muy molesto.
A algunas personas les pasa más que a otras. Académicos (y yo agrego creativos también), por ejemplo, son más propensos a sentirse incapaces de internalizar sus logros, independientemente del nivel de éxito que tuvieron en sus trabajos. Todo lo que les aseguró el éxito (esfuerzo, talento, dedicación) pasa a ser encarado como un mero golpe de suerte, como el resultado de estar en el lugar ideal a la hora ideal o por haber engañado las personas a su alrededor, haciéndoles creer que son más inteligentes de lo que realmente son. ¿Te suena familiar?
Tengo la suerte de que no me pasa muy seguido, y que, cuando me veo, con la lengua quemada, la cara recién lavada y el pelo desarreglado, mirándome fijo como si no supiera que hacer, por lo menos sé exactamente por qué me desperté sentiéndome una mentira. Mi gusto me hace sentirme un trucho. Mi propio criterio me traiciona.
En la columna de hoy, los invito a leer conmigo un texto que los puede ayudar a salir de este blues de salir de casa a trabajar. Está escrito en forma de consejo por el conductor de televisión y locutor de radio americano Ira Glass, y conviene imprimirlo y pegarlo en el espejo del baño, como un botón de pánico:
“Nadie le dice a la gente que empieza (y desearía que alguien me lo hubiera dicho a mí) que todos los que nos dedicamos a hacer algo creativo… llegamos a ello porque tenemos buen gusto. Pero es como si hubiera un agujero, como si durante el primer par de años, hicieras tu trabajo, pero lo que estás haciendo no es tan bueno, ¿vale? No es tan bueno. No lo es. Está intentando ser bueno, tiene la ambición y el potencial para ser bueno, pero no es tan bueno. Pero tu gusto, ese algo que te hizo entrar en el juego, se mantiene atento y es lo suficientemente bueno como para que seas capaz de ver que lo que estás haciendo es un poco decepcionante para ti».
«Lo mejor que podés hacer es trabajar mucho, trabajar muchísimo» Ira Glass
«Mucha gente nunca pasa esa fase. Mucha gente, en ese punto, lo deja. Y lo que me gustaría decir es que la mayoría de la gente que conozco que hace algo interesante a nivel creativo, pasó por esa fase de años en la que tenían buen gusto para valorar que lo que estaban haciendo no era tan bueno como querían que fuera, que se quedaba corto, que no tenía ese algo especial que ellos querían que tuviera. Y lo que me gustaría decir es que todo el mundo tiene que pasar esa etapa. Y para pasarla, si estás en esa etapa ahora, o justo acabas de salir de ella, tenés que saber que es algo normal.
Lo mejor que podés hacer es trabajar mucho, trabajar muchísimo. Ponerte fechas límite para saber que cada semana o cada mes, tendrás una historia terminada. Porque sólo trabajando muchísimo es posible llegar a algo y cerrar esa ‘brecha’. Será entonces cuando lo que hagas sea tan bueno como tus ambiciones. Lleva un tiempo, te llevará un tiempo, es normal. Lo que tenés que hacer es pelearlo, ¿ok?”
Ahí lo tenés. Copialo y pegalo en un archivo de Word, imprimí cuantas copias creas que son necesarias para tu autonegación. Estos tres párrafos son el mejor consejo que vas a escuchar hoy.
El segundo mejor consejo es que, si te cepillás después del desayuno, tu café con medialunas va a saber mejor.
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