Premiaron a Ron Seichrist, fundador de Miami Ad School: “Tuve la suerte de nacer pobre”

(ESTADOS UNIDOS) – Ron Seichrist es el cofundador de Miami Ad School y, en esta oportunidad, ganó un premio por su contribución a la diversidad en publicidad en la American Advertising Federation en Las Vegas. Dado que él no pudo viajar, en su lugar el premio lo recibió Pippa Seichrist, su esposa y cofundadora de la escuela. La presentación fue emocionante por donde la mires: la empezamos acá con el video cortito, que fue preparado por Pippa y Ron hace un par de meses y que desborda de motivación al mejor estilo Miami Ad School, y terminó con Pippa misma, leyendo en el escenario lo que Ron le dio, escrito por él, para que leyera allí: la anécdota de la persona que cambió su vida para siempre.

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En el video que prepararon hace dos meses para transmitir su agradecimiento por el entonces anunciado premio, Pippa y Ron transmiten exactamente lo que se ve en esta foto: una relación única, entre ellos y con su proyecto de escuela, que como verás leyendo debajo y viendo los videos, es mucho más que eso.

 
Los Diversity Achievement & Mosaic Awards (algo así como los Premios al Logro en la Diversidad y el Mosaico, hermoso título que transmite más de lo que parece) reconocen, cada año, a empresas, agencias y personas que hayan demostrado su compromiso hacia el multiculturalismo a través de su trabajo y el de su compañía. Los receptores son reconocidos en categorías que incluyen la Campaña Publicitaria Multicultural, el Programa Estudiantil Multicultural, el Proveedor de Diversidad, el Educador y el Triunfador en su Carrera dentro de la Industria.

AAF-MosaicAward-PantallaRon-300pxEntregados el jueves 11 de junio en el evento Admerica que organizó la AAF en Las Vegas, los DAMA edición 2015 incluyeron el reconocimiento como Educador 2015 a Ron Seichrist, cofundador y director global de la Miami Ad School, la escuela de publicidad con sedes esparcidas por más continentes: nacida en 1992 en Miami, hoy hay «Miami Ad Schools» también en Berlín, Buenos Aires, Estambul, Hamburgo, Madrid, México DF, Mineápolis, Mumbai, Nueva York, Río de Janeiro, San Francisco, San Pablo y Sidney, y al mismo tiempo cuenta con acuerdos para que sus estudiantes puedan estudiar en «Green Houses» (agencias que funcionan como escuelas) en Amsterdam, Berlín, Boston, Buenos Aires, Chicago, Dubai, Estocolmo, Hamburgo, Hong Kong, Londres, Los Ángeles, Madrid, Miami, Mineápolis, Nueva York, París, Praga, San Francisco, San Pablo, Sidney y Tokio.

Y listo, no te seguimos hablando de la escuela, a pesar de que su despliegue impacte: metete de lleno con los dos videos anunciados y, si cuando les das PLAY te das cuenta de que pescaste menos de lo que hubieras querido, no te preocupes: debajo de cada uno, va una ayudita.

 

Pippa y Ron prepararon, como aceptación del premio, este video que termina con la increíble historia de Nour da Silva, contada por ella misma.

 
“Nosotros creamos la escuela a la que nos hubiera gustado asistir —empieza diciendo Pippa—. Es una escuela para inadaptados. Para gente que espera ser algo más, que tiene dentro algo extraordinario que siente que no se ajusta a otras carreras”. Luego toma la palabra Ron: “¿Por qué elegimos Miami? Porque es una ciudad llena de diferentes culturas y de toda clase de idiomas. El primer idioma de nuestros alumnos no tiene por qué ser el inglés. Pueden empezar estudiando en cualquiera de las catorce distintas escuelas alrededor del mundo y después de ese primer año, pueden elegir por cualquier otra locación”.

“Nosotros creamos esta escuela para inadaptados y un ejemplo de eso es Nour da Silva”, anuncia de pronto Pippa. Y allí viene la historia de Nour, que era una estudiante recibida de dentista, pero que sentía que no encajaba. Un día leyó un artículo escrito por Ron que hablaba acerca de un tipo específico de persona. Ella se sintió totalmente identificada. Tanto que decidió aceptar el desafío y convertirse en creativa.

 

El segundo video te muestra a Pippa leyendo lo que Ron escribió para agradecer el premio: una historia muy personal y absolutamente inspiradora.

 

«Fui muy afortunado de haber nacido pobre»

 
Esa frase resume prácticamente todo el espíritu de lo que cuenta Ron a través de Pippa. De nuevo: si sos de los que no pescan del todo el inglés, acá va la prometida ayuda. Habla Ron.

«Soy hijo de padres inmigrantes alemanes y crecí en un pequeño pueblo en Virginia. Fui a una escuela secundaria que tenía una buena visión y permitía a sus alumnos a tener intereses. Me encantaba escribir y dibujar caricaturas. Escribí para el periódico escolar y dibujé caricaturas de mis maestros y amigos. En las clases de arte diseñé los uniformes de fútbol de la escuela. En mi último año fui seleccionado para leer un discurso en mi entrega de diplomas. Amaba a mis profesores; me prestaban dinero para almorzar, un profesor me prestó su traje para mi fiesta de graduación y otros me llevaron a cenar e incluso a ver una ópera. Me fue bien en la escuela. No había duda de que quería ir a la universidad. Cuando se lo comenté a mis padres, se rieron y me dijeron que eso era imposible. Tenía que trabajar con mi padre en nuestra ciudad. Estaba muy deprimido. Al día siguiente, mis profesores me preguntaban qué me sucedía. Una profesora me pidió que me quedara después de la escuela para hablar. Me dijo que debía ir el sábado por la mañana frente a la carnicería Overton».

«A las 5 de la mañana me reuní con ella y nos fuimos a una pequeña oficina, donde estaba sentado Al Overton, un hombre de camisa blanca y corbata. ‘¿Querés ir a la universidad? —me preguntó—. ¿Por qué?’. Recuerdo que le dije: ‘Quiero aprender todo’. Él me respondió: ‘Te enviaré a la universidad y pagaré todos tus gastos, alojamiento y comida. Pero no podés faltar a ninguna clase y debes graduarte’. Luego me pidió que, algún día, enviara al hijo de otra persona a la universidad. Años después me enteré de que ese mismo hombre había enviado de forma anónima a otros veintisiete niños pobres de mi pueblo a la universidad. Esa experiencia y ese hombre de corazón gigantesco cambiaron mi vida y fueron la fuerza impulsora detrás de mi primera escuela».

«Hice todo lo que él me dijo, incluso envié a la universidad a niños de muchos países y ciudades. Hasta el día de hoy tengo un compromiso con él. Mi mujer, Pippa, hace algunos años me preguntó si podíamos conocer a mi benefactor. Yo calculé que tenía que estar en sus noventa años por aquel entonces, pero pensé que podíamos, al menos, ver a su hijo».

«Llegamos a su casa muy pequeña y modesta. Me acerqué y le dije: “Señor Overton, ¿se acuerda de mí?”. En su típica voz áspera, me dijo: ‘Por supuesto que te conozco, Ronnie Seichrist. ¿Pudiste finalmente lograr algo de tu vida?'».

Sin dudas, anécdotas de este tipo son las que funcionan de ayuda, de inspiración y de empujón para todos los estudiantes que soñamos con entrar al ascensor y seguir subiendo. ¡Gracias, Ron y Pippa!
 
 

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