(MÉXICO) – Roberto Gaudelli nació y se recibió de arquitecto en la Argentina, pero en 1982 se mudó a México e inició una carrera publicitaria que lo llevó, hace casi veinte años, a fundar Gaudelli MCW, elegida la mejor agencia nacional de 2010. En este testimonio directo, Gaudelli recuerda —casi con nostalgia— las cuatro pantallas que signaron su vida.
Por Roberto Gaudelli, fundador y presidente de Gaudelli MCW, México
Desde Chapultepec, 15 de septiembre de 2011
«Pensaba en el texto que quería compartir con ustedes, mientras veía la multipremiada película The King’s Speech, con la excelente actuación de Colin Firth y el gran Geoffrey Rush, y me quedé un segundo detenido viendo cómo todo un país se reunía, para escuchar al rey, a través de la radio».
«Terminó la película y me quedé, por un segundo, mirando la pantalla. Cuando yo era muy niño, la pantalla era la excusa para la salida del domingo en la tarde. El cine quedaba a no muchas cuadras de mi casa, al sur de Buenos Aires, y caminar hasta él, con mis papás o mis tíos, era parte de la gran experiencia. Un día apareció en la sala de mi casa, formando parte protagónica del ambiente, un enorme mueble color café oscuro que hoy mis hijos confundirían con un armario».
«Había llegado la televisión, la segunda pantalla que disfruté. Así como en la película que referí, la gente se sentaba alrededor del aparato de radio, en los sesentas, entonces, la reunión familiar era en torno a la televisión».
«A mediados de los ochentas, un gran cliente que tuvimos en esa época (la marca de electrónica Zonda), me entusiasmó a que me llevara una de las computadoras que ellos fabricaban. No tuve más remedio que aceptarla e instalarla en la agencia, por aquellas épocas ubicada en la arrabalera colonia San Miguel Chapultepec».
«Debo aceptar, sin pudor, que compré un mueble de madera (ahora pienso que se parecía, un poco, al armatoste de televisión que había comprado mi papá 25 años antes), instalé el aparato y compré un florero».
«Mandé colocar en la parte superior del mueble inalterables flores de seda. ¿O serían de plástico? Durante un año ese mueble y esa tercera pantalla de mi vida estuvieron herméticos, expectantes, esperando la mano que pudiera encenderla».
«Superado el miedo cibernético, algún piadoso personaje la encendió y comenzó a darnos satisfacciones. (Para aquellos memoriosos de más de cuarenta años, les cuento que aquella primer computadora nos permitió ‘parar tipografías’ en la agencia, sin tener que recurrir a la ayuda de terceros, afortunados poseedores de planchas y sistemas fotomecánicos)».
«Ahora escribo en la cuarta pantalla de mi vida, un iPad. Sin cables. Sin tener que imprimir, ni fotocopiar. Paperless, como la agencia. Y recorriendo pantallas, pienso en la evolución de las cosas y los modelos, a lo largo de mis 28 años de labor profesional en la comunicación».
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