(IBEROAMÉRICA) – El plan en el festival de publicidad era que uno de los conferencistas del primer día fuera Per Pedersen, chairman del consejo creativo global de Grey. Por cuestiones profesionales, tuvo que tomar su lugar uno de los grandes CEO de la red, quien relató en su exposición por qué sus distintas oficinas en el mundo se convirtieron en algunas de las agencias más eficaces y creativas. Escuchando esto, José Escanés empezó a preguntarse y escribir si se podrían conseguir los mismos resultados en un ambiente estudiantil.
El público de El Ojo de Iberoamérica 2016 durante la conferencia de Chris Garbutt (cuya crónica queda para dentro de unos días).
POR JOSÉ ESCANÉS
Redactor PB
Fotos de la nota: Gentiliza El Ojo de Iberoamérica
«Fuck the wall». Así de simple es el mensaje que vive en El Ojo de Iberoamérica este año. Si bien la campaña para el festival habla del polémico (decirle así es poco) muro que Trump promete construir en la frontera entre México y los Estados Unidos si es elegido presidente la semana que viene, me parece un lema más que adecuado ante una dificultad.
Después resulta que plantarse así de decididos no es para cualquiera. Pero tampoco es para pocos: como cada año, en El Ojo se puede ver y hablar con profesionales que vienen de todos lados para mostrar que se arriesgaron, cruzaron un límite, capaz esquivaron unas balas y, al final, sobrevivieron.
La conferencia que mejor demostró esto fue Derribando barreras, por Alain Groenendaal. En menos de 50 minutos reloj, que respetó a la perfección, el presidente y CEO de Grey para Europa, Medio Oriente y África contó cómo la red global había pasado de tener más problemas internos que soluciones para sus clientes a ser una de las generadoras de ideas más “famously effective” del mundo, como rezan desde 1917.
Hace unos años, el panorama en Grey no era el mejor: recién había sido comprada por la WPP, había perdido a unos nueve de sus clientes más grandes y no había generado nuevos negocios en meses. Todo estaba tan mal, que hasta Advertising Age llegó a sentenciar que la cosa no daba para más y que «Grey’s game is over».
“Eramos Mad Men, pero no los Mad Men cool”, dijo Alain, y lo que les permitió cambiar eso y tener algunos de los trabajos más premiados de los últimos años (como La sal que se ve, de Grey Argentina; Super Bowl babies choir, de Grey Nueva York; o Life paint, de Grey Londres) fue inyectar cultura a Grey donde la vigilancia, el control excesivo y la competencia no condicionen la labor. Por algo es que la agencia tiene un premio interno con el que premian los heroic failures: los errores que pueden costar muchísimo si salen mal, pero ganar mucho si salen bien.
Alain durante su conferencia: «Tenemos que ser desafiantes y hacer cosas cada vez más grandes».
Ahora, ¿y si los estudiante tuvieran esa libertad para crecer en un aula? Que no sientan que un profesor está atento sólo cuando fallan o que necesitan mejores notas que el resto. Que está bien presentar algo porque creen en ello, aunque no tenga nada que ver con lo que otros hacen. Y principalmente, que pueden hacer la suya para ser como alguno de los creativos que admiran.
Con eso, hasta un estudiante de primer año podría presentar en clase con la seguridad de un ganador de un Ojo de oro (que se empezaron a entregar a noche y que podés ir viendo en el sitio del festival). Cuando eso pase, ninguna barrera nos va a detener.
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