María Zinn, de la FUC, a presentar su corto en Tokio: «Es necesario que haya diversidad en los relatos»

(ARGENTINA) – Con un trasfondo de dos carreras en curso, la mente inquieta de la estudiante la llevó a la Universidad de Cine para experimentar de primera mano la creación cinematográfica. Su búsqueda de historias tan personales como ocultas dio como resultado Waway, un retrato sobre una dificultad muy particular que se vive en Bolivia. Esta labor resultó en su proyección en el mundialmente famoso Short Shorts Film Festival, una experiencia única para cualquier director. Y ahora, después de todo eso, PRIMER BRIEF tuvo el agrado de conversar con ella para conocer mucho más de su historia personal.


María Zinn, llegada a Japón para presentar su corto en uno de los festivales más importantes del mundo. (Foto: gentileza MZ)
 

TEXTO POR JULIÁN DONDO
Creativo y editor

 

 
—Para empezar, ¿cómo fue tu llegada al cine?
—Mi interés por el cine no fue inmediato. Desde chica escribía poesía y narrativa, entonces cuando salí del colegio empecé a estudiar periodismo en la UCA y letras en la UBA. Me recibí y empecé a trabajar en comunicación periodística, pero seguía escribiendo en talleres literarios y con un grupo de amigas poetas. Sentía que algo me faltaba. La carrera no saciaba mi hambre artística y empecé a trabajar en el Ministerio de Cultura de Buenos Aires, en el área del BAFICI. Me di cuenta de que, más que comunicar arte, quería hacer arte. Ahí decidí estudiar cine, a los 23, por todas las posibilidades expresivas que tiene. (Pausa) A veces es difícil darte cuenta de lo que querés a los 17 años.

—A los 17, 27, y mucho más. Lo que importa es encontrar el lugar donde crecer. En tu caso, ¿qué te llevó a la Universidad del Cine?
—Sabía que es muy buena en cuanto a las posibilidades que te da para filmar dentro de la universidad, con equipos profesionales, así que por eso elegí la FUC. Me dejó muy satisfecha por las oportunidades que tenés como alumno: si querés filmar, te dan la posibilidad de concursar con tus guiones y sacar los equipos de la universidad, todos de Hollywood. Por ejemplo, la cámara que usamos es la que usa Woody Allen; y eso no tiene precio. Por otro lado, la parte teórica de la universidad, más filosófica y estética, vale la pena.

—Y en cuanto a los compañeros, ¿qué tal los grupos de trabajo?
—Hay muchos alumnos y todos tienen ganas de filmar. Ese entorno de personas que se ponen el equipo al hombro te da la posibilidad de tener cortos de mucha calidad.


El poster con el «Waway» se presentó a lo largo del mundo. a espectadores de todo el mundo. (Realización: Romina Zinn)
 

—Hablando de eso, ¿cómo surgió Waway?
—Está basada en una historia real: en Bolivia, lamentablemente, por falta de apoyo del gobierno, cuando un chico nace con discapacidades o una enfermedad muy severa los padres humildes no tienen los medios para sacarlo adelante y a veces lo abandonan. Yo trabajaba en la ONG La Casa de Los Niños, que rescata a estos chicos y les da una vida digna. Elegí filmar la historia de Juancito, un chico que tiene hidrocefalia, que adoptó el fundador de la ONG después de que lo encontraran en un tacho de basura. Por suerte ahora tiene una mamá, un papá y una hermana. La idea era filmar eso en plano secuencia con inicio, desarrollo, nudo y desenlace, como nos habían pedido en una consigna de segundo año. Lo que te da esto es la sensación documental de estar ahí, de saber que no hay nada falso ni manipulación de la cámara. Los que vean el corto van a ver ese plano secuencia.

—¿Y como fueron acompañándote tus profesores durante la producción?
—Como lo iba a filmar en Bolivia, la facultad no me pudo prestar equipos, pero me acompañaron mucho con el guión, y luego con la postproducción también. Por suerte conseguí apoyo de una productora de Bolivia llamada Disturbia Cine, con quienes tuve contacto a través de amigos. Les mandé el guión, les gustó y me ayudaron a producir el corto. Sin ellos no hubiera tenido los medios para hacer el corto de ese nivel. Para mí fue un regalo de Dios, porque quería que se conociera esta realidad que a veces ni imaginamos que existe. La idea es que el corto recorra el mundo en festivales y le sirva a la organización para dar a conocer su labor y las problemáticas a la que se enfrentan muchos chicos de ese país.

—¿La postproducción cómo la viviste?
—Por ahí fue un proceso un poco más largo, porque al estar sola y no tener una productora acá que me apoye dependía todo de mí. Eso es lo mejor; pero nunca estaba segura de si ya estaba bien.

—Una vez que que estuvo el corte final, ¿cómo decidiste presentarlo al Short Shorts?
—Lo mandé porque sabía que sabía que es un muy buen festival. Recibe más de 10.000 cortos, de los cuales queda menos del 1%; es una selección muy importante. Es también uno de los pocos que son elegibles para los Oscars: el ganador no sólo recibe plata, sino que puede ir allá. Me interesaba que la premieredel corto fuera en un buen festival, y la verdad no lo había mandado a varios antes del de Tokio. Por suerte entró y espero que ahora siga recorriendo. Al no tener una productora en Buenos Aires, me encargo de distribuirlo yo, pero la idea es seguir mandándolo.


En pleno Short Shorts Film Festival, María mostró su corto «Waway» a espectadores de todo el mundo. (Foto: gentileza MZ)
 

—¿Y el viaje a Tokio? ¡Contá todo!
—Fue un sueño hecho realidad. Siempre había querido conocer la cultura japonesa, y el festival resultó muy grande, con directores de todo el mundo y cortos buenísimos. Había una muy buena programación, y la gente era muy amable. Después me quedé recorriendo para abrir la cabeza y empaparme de la cultura budista. No gané la competencia internacional, pero el premio fue para un chico de Singapur con el que nos habíamos hecho amigos. Espero que haber estado ahí me permita ir a otros festivales con Waway y poder distribuirlo, con ayuda de la universidad.

—¿Qué sigue ahora para vos? ¿Ya tenés planeado?
—Ahora estoy con otros proyectos: terminando un documental sobre el sistema de orquestas juveniles de Jujuy y otros cortos personales. Hago más que nada cine social por motu proprio, pero también acabo de filmar un corto de ficción con la FUC que estoy editando. Además estoy tratando de sacar mi segundo libro, el segundo luego del primero, publicado cuando me dedicaba más a escribir.

-¿Algo que te gustaría comentar para cerrar?
-Quería hacer hincapié en el tema de la organización La Casa de Los Niños, para que se conociera el trabajo increíble que hace, y que Waway es un corto para promover los derechos humanos y contar una historia para dar a conocer otras realidades. No tiene por qué ser triste, pero es necesario que haya diversidad en los relatos.
 
 

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