(ARGENTINA) – Javier Ducrey, Javo para los amigos, está haciendo una pasantía rentada en la agencia Cravero. Después de buscar y buscar, la AAP le otorgó el contacto y gracias al buen desempeño que tuvo en su último año de facultad, Cravero le abrió las puertas para que entrara en el ámbito profesional. Una cronista de PB estuvo hablando con él y esto fue lo que contó.
«Estoy haciendo cosas que no pensé que iba a hacer, y más que nada porque me están permitiendo hacerlas», se enorgullece Javo.
POR MAIRA RÍOS
(Fotos: ALEJANDRO BONZO)
Estudiantes de la Asociación Argentina de Publicidad
Redacción especial para PB
—¿Cómo fue tu primer día?
—Entré un lunes: llegué y justo estaban en reunión. Me recibieron Mario Costales, un director de cuentas, y Marcos Pfeffer, ex alumno de redacción de la AAP. Juan Cortina, quien después supe que sería mi director de cuentas, y Eugenia Navarro, mi ejecutiva, no estaban. Estuve tres horas esperando sentado en mi escritorio hasta que llegaron y me explicaron todo: cómo funcionaba la agencia, me presentaron a todos los chicos. Ese fue mi primer día.
—¿Pensabas que era así trabajar en una agencia o tenías una perspectiva totalmente diferente?
—Antes de entrar, cuando me dijeron Cravero, que es una agencia con mucha historia en el mercado, sabía que era un lugar bueno, que no era una agencia chica. Me daba mucha curiosidad saber cómo iba a ser, qué iba a hacer o qué no iba a hacer. Tenía ganas de entrar ya. La realidad superó mis expectativas. Estoy haciendo cosas que no pensé que iba a hacer, pero también me están permitiendo hacerlas, me están dando espacio para que pueda hacer esas cosas, que capaz no me imaginaba que podía llegar a hacer. Está bueno porque aprendo. Me dan libertades, acá te la tenés que jugar. Eso sí: jugátela dentro de la agencia, pero no con un cliente. Acá en la agencia son todos copados, son todas buenas personas. Es una agencia donde se respira buen ambiente, donde se trabaja mucho. La parte buena es que estoy trabajando en publicidad, tuve la suerte, que capaz otro no tuvo, otro que puede ser más talentoso que yo, o igual, y que está sin trabajo. Tuve la suerte de entrar en una agencia importante, que me abrió las puertas, y me estoy adaptando a trabajar en publicidad, aprendiendo cómo funciona la agencia. Las contras son que tenemos días bastantes movidos, que a último momento te puede caer un pedido, que tenés que estar al tanto de todo, que no se te puede pasar nada porque el cliente te reclama cosas; pero en general no hay muchas contras cuando hacés lo que te gusta.
Javo con Maira Ríos, la cronista de PB, durante la entrevista.
—¿Qué aprendiste acá que la facultad no te enseñó?
—Aprendí a tratar con diseñadores, con creativos, con la gente de producción gráfica, a sacar presupuestos. Por fin puedo decir que estoy haciendo lo que hace un cuentas, conocer cómo es el cliente, cómo hablarle al cliente, cómo manejar los tiempos. Estoy aprendiendo cómo es el oficio de cuentas y lo más importante, a delegar: si tengo esto tal día, cómo me ordeno, cómo llego, cómo ayudar a los creativos para pedirles lo que el cliente quiere. A veces, cuando estoy ajustando cosas, cuando leo, un ejercicio que hago es leerlo como si fuera yo el creativo. Qué cambiaría y qué dejaría, aunque no decida el trabajo final. Aprendo un poco de todo. Aprendo de vinos, de autos, de cremas, de centros de esquí. Por más que no quieras o un tema no te guste, tenés que aprender del producto del cliente, para poder hablar a la par de él. Te vas formando porque tenés que prepararte para poder trabajar con eso.
—¿Como sentís el ritmo de una agencia comparado con el de la facultad?
—Nada que ver. En la facultad viven diciéndote cómo es una agencia, los departamentos, las áreas, pero mientras no entrás no sabés lo que es, no sabés nada. O sea, entrás en bolas. Y cuando digo en bolas me refiero a que escuchás muchas palabras que escuchaste en la facultad, como brief, original, pero mientras no llegas a brifear a creativos, a pedir un original, no sabés bien cómo funciona todo. Capaz si cuando cursaba laburaba hubiese estado mejor, pero ojo: acá en la agencia aprendés como aprendés en la facultad.
—¿Sos exigente con tu trabajo?
—Siempre espero que salga todo bien, pero como estoy aprendiendo, hay cosas que no me salen tan bien como a mi director. Pero si no te exigís te boicoteás a vos mismo. Pero ojo, a veces se me pasan cosas porque, como dije antes, estoy aprendiendo. Pero siempre hay alguien atrás que me marca el ritmo.
—¿Sentiste miedo de meter la pata?
—Miedo, no. Acá se puede preguntar todo. Si tenés alguna duda, por más boluda que sea, es mejor preguntarla que mandar algo a publicar. Entré acá y estoy pasando por una etapa de aprendizaje, pero todos la pasaron en algún momento.
—¿Pasó que hayas tenido que entregarle algo al cliente y no tengas nada para entregarle?
—No, nada-nada nunca, siempre hay algo. Yo soy un asistente y tampoco puedo decidir. Pero siempre se llega a entregar algo, o lo hace otro director que no es de esa cuenta; pero algo siempre sacás, algún boceto, capaz le pedís un día más al cliente, pero siempre algo mandás. Porque si no, no está bueno trabajar así, porque para mandar cosas incompletas prefiero no mandar nada y esperar un día más para que ese día se trabaje. Uno siempre entrega lo mejor de lo mejor.
—Al tener un acercamiento a otras áreas de la agencia, ¿te gustaría tomar otro rumbo dentro de la publicidad?
—Me da mucha curiosidad la parte de redacción. Al ser cuentas estamos todo el tiempo con los chicos de creatividad. Hay buena onda, buen ambiente, no somos un robot que habla sólo con el cliente. Estamos muy metidos en la parte creativa, los orientamos para darles un camino de lo que quiere el cliente, los sacamos del quilombo, los reunimos tranquis y les explicamos.
Javo en el gran salón de Cravero.
—¿Hay algún secreto para entrar a una agencia?
—Particularmente a mí, como tuve un buen desempeño en el último año de la facultad, eso me dio más mérito. Además estuve en el grupo que ganó Práctica Profesional. Mas allá de tener un contacto que te pueda meter en una agencia, hacen falta ganas. Es muy fácil decir «me mato por laburar en publicidad», pero tenés que romper las bolas, buscar, levantarte. Cualquier trabajo genera poder de voluntad, y más en publicidad que es un mercado que tiene muchos competidores, que está muy estancado hoy en día, hay pocos recambios, hay poco trabajo. Yo tuve mucha suerte, y la estoy aprovechando. La clave es la dedicación y las ganas. Si querés laburar, podés laburar, pero las ganas te tienen que salir; si no, dedicate a otra cosa, a otro trabajo.
—¿Algún consejo que les darías a los estudiantes que están buscando trabajo?
—Que cambien de carrera (risas). No, no: un consejo es hacer todo con dedicación y ganas, insistir, intentar, probar. A veces uno piensa que una sola vez basta, pero tenés que seguir llamando, buscando, hablándole a la persona a la que le pasaste el CV para que sepa quién sos. Es caer en el momento y en el lugar indicados. Es mucha dedicación, muchas ganas para buscar trabajo y, una vez que lo encontraste, mucho empeño en ese trabajo. Tenés que estar insistiendo, golpeando puertas, porque nadie te va a venir a buscar.
—¿Que es lo mejor de trabajar en la agencia?
¡Los platos de Charly! (risas) (Aclaración: Charly trabaja desde hace más de quince años en la agencia. Desde que, antes de llamarse Cravero, se llamaba Lautrec. Es el encargado de la recepción de los clientes, hace tareas de mantenimiento. «Pasa de cambiar un foco a llevarles el almuerzo a los empleados de la agencia: por lo que se ve, no hay tarea que Charly no pueda hacer», cierra Javo).
Javo junto al manifiesto de la agencia.
Categorías: Quién es quién