¿Quedarme callada yo?, por Chechu Pérez

(ARGENTINA) – Cecilia Pérez, Chechu para los amigos, es redactora y ostenta una carrera que, de 2005 para acá, incluye los pasos por ADN Comunicación, por Dentsu y por Young & Rubicam, más algunos premios como un león de Cannes en 2011 y premios en El Ojo de Iberoamérica y en el FIAP en 2012. Columnista de PB y creadora del proyecto Coach del Creativo Publicitario, hoy Chechu recuerda una tarde en la que sus trabajos recibieron criticas, y qué construyó a partir de ellas.

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La historia del día encuentra a Chechu de tacos, pero con paso seguro.

 
POR CHECHU PÉREZ
Licenciada en Publicidad por la UAI, también formada en Underground y en la Escuelita
Redacción especial para PB

 
La generación de creativos que venimos después de los años 90 tenemos nuestros ídolos eternos. Si amas los comerciales argentinos, seguramente en algún momento quisiste ser como Leandro Raposo escribiendo para Sedal o como Sebas Wilhelm haciendo chistes para La llama que llama. Todos pasamos por eso. Si bien admirar a un creativo no es lo mismo que admirar a un deportista, sí hay coincidencia en el desear ser como ellos. Así me sentía yo al comienzo de mi carrera profesional, te lo confieso.

Así que en uno de mis mil intentos transversalmente desesperados, le escribí a uno de los cuatro fantásticos para que viera mi carpeta. Una misión que hoy veo como suicida, pero que en ese momento parecía una buena idea. Los cuatro fantásticos eran de lo mejor de ese momento. Entre tanta gente que no contestó, uno sí contestó. Su nombre: Santiago. Su expediente: Geropa. No hace falta que diga más nada. Contestó y me dijo que lo vaya ver al Hotel, una agencia boutique en ese momento. Yo vivía en Adrogué y esto quedaba en Olivos, a doce cuadras de la estación de tren a pie. Entonces me tomé dos trenes, dos subtes y caminé esas cuadritas. Como en la facultad me habían dicho que vaya bien vestida, fui en tacos (la peor idea del universo).

Tres horas después de viajar, llegué con dolor y una sonrisa porque quizás, tendría una oportunidad al final del camino. Esta vez no podía fallar, mi carpeta había sido avalada por mis profesores de Under, la dirección de arte había estado a cargo de un productor gráfico, la carpeta estaba montada en fombor negro y había aprendido a quedarme callada en las entrevistas. Me dije “Con esto la rompo”.

Entré al Hotel. Era la casa más linda que había visto en mi vida. El pasto perfecto, el sol implecable, creativos trabajando: Qué hermoso se veía todo eso. Quise sacarme los tacos porque me dolían los pies, pero mantuve como pude el glamour. Fuimos al quincho y ahí saqué orgullosa mi carpeta. Santiago es un tipo muy duro para hacer devoluciones. Me dijo “No veo nada nuevo acá”. Ahí se destrozó mi corazón. Ni siquiera me dijo que las ideas no estuvieran bien, sino que los mensajes no decían nada nuevo. Me lo dijo fumando. Golpeaba cada idea con un hacha que tira abajo un bosque entero. Pegaba con bronca, enojado. Me decía cosas dolorosísimas, pero sobretodo en cada expresión me decía que no. No. No. No. No. No, Chechu, no.

A ver, ya los últimos artículos hablamos de lo duro que puede ser que un creativo te diga que no y no pretendo ser pesimista o exagerada. Pero cuando uno acumula tantos “no”, termina pensando que no va a suceder y eso es terrible. Entonces me fui, cuando me estaba yendo me cruzo con Leandro Raposo, a quien adoro con el alma (porque es todo, todo bueno) pero estaba tan bajoneada que cuando me preguntó “¿Todo bien?” sólo quise alejarme. A la media cuadra me saqué los zapatos y fui caminando a la estación Borges porque me daba vergüenza volver a casa y decir que otra vez, no había conseguido nada. Vergüenza con mi mamá, con mis amigas, conmigo misma. Mis pies un asco, yo un asco, la carpeta un asco. Ya ni lloraba porque estaba curada de espanto. ¿Tan difícil podía ser, Dios?

¿Por qué te cuento todo esto? Porque muchas veces las escuelas nos enseñan a pensar ideas para tener un portfolio cool, pero hay algo en ese terreno de no conseguir trabajo que es tremendamente doloroso y oculto. Algo de lo que nadie habla o se anima a preguntar. Yo soy algo experta en preguntar o decir lo que nadie se anima (y aunque a veces me jugó en contra) quiero hablar de eso. Quiero hablar y decirte que me pasó lo mismo que a vos.

¿Qué hice para contrarrestar tantos “no”? Cuando me dijeron sí, me impuse la misión de ayudar a otros para que no sufran tanto como yo lo hice. Años después cree el primer Observatorio de portfolios exitosos. Documenté conductas de los que sí conseguían trabajo y documenté también qué pasaba con los que no conseguían trabajo. Intenté hacer devoluciones amables a todos los trainees que necesitaban ayuda, escuché a cada persona despedida de la agencia. Escribí cartas de aliento y mails a todos los que pude. Hoy eso se convirtió en el primer coaching para creativos “que no lo logran”.

¿Por qué te preguntarás? Porque soy la prueba viviente de que el “No” no es permanente. Y yo siempre prefiero escuchar a los que empezaron perdiendo, porque precisamente no estoy en el equipo de los que siempre han ganado.

Si vos estás en el equipo de los que todavía no cumplieron su sueño, que se sacan los zapatos y siguen caminando, entonces podés escribirme a soporteparacreativos@outlook.com para contarme en qué andas o cómo podrías lograrlo.

Te deseo una buena semana.
Chechu.

 
 

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