(ESPAÑA) – El director creativo de Lola Barcelona, quien ya participaba en la escuela como profesor de la materia Dirección de Arte, pasó al nuevo puesto para continuar el rumbo de la escuela y la formación de sus alumnos junto al actual director académico Alex Ademà (quien también es director creativo de DDB Barcelona). Luego de un gran Summer School de 2016, la institución retomará sus cursos anuales en octubre en el lugar que su nuevo dirigente define como “un buen ambiente para inspirarse y crear”.
POR JOSÉ ESCANÉS
Redactor PB
(Fotos de la nota: Gentileza OA)
Antes de empezar su primera clase, de asesorar a sus alumnos, y de animarlos a dar lo mejor de sí, hay profesores que inspiran desde su carrera, por llevar años en agencias haciendo buenos trabajos. Estos no se podrían hacer sin su pasión ni conocimiento, que por suerte terminan compartiendo con los alumnos que pasen por delante.
No escribo esto por pensar en profesores de películas de high schools estadounidenses, sino por haber charlado hace poco con Óscar Amodia, director creativo de Lola Barcelona y docente de Brother en la misma ciudad. Cuando le pregunto por cuáles motivos le gusta dar en sus clases de Dirección de Arte, me indica que: «El primero es que aprendo dando clase. Me obliga a ordenar mis ideas y a preguntarme por qué y cómo hago lo que hago. En segundo lugar, intento explicar en mis clases aquello que me hubiera gustado que me explicaran a mí, lo cual me sirve de terapia. Después de esta experiencia me doy cuenta de que cada vez me interesa más y me gustaría poder encontrar más tiempo para dedicarle al mundo de la educación».
Y ahora como co-director académico de la escuela junto a Alex Ademà, estará encargado de hacer de la escuela un lugar cada vez mejor para que trabajen en equipo y descubran de qué son capaces.
—¿Qué te trajo al mundo de la publicidad?
—Mi interés por la creatividad y la tecnología, vinculado al arte y la comunicación. Me interesa la forma de conectar personas y el lenguaje común. Eso que nos une. Eso que se entiende aquí y en la última isla perdida de Filipinas. Desde un punto de vista práctico me interesa cómo las marcas pueden, a través de la Data, crear productos y servicios que mejoren la vida de las personas y convertir estos productos o servicios en la punta de lanza de su comunicación.
—¿Cuáles fueron las cosas que más te sorprendieron cuando empezaste a trabajar de creativo?
—Me sorprende la cantidad de horas de discusión y meses que se dedica a un proyecto. Muchas veces esto es el resultado de una lucha entre creatividad y eficacia. Estamos aquí para vender una idea o un producto. Por otro lado, me sorprenden las personas: he tenido la suerte de trabajar con gente con mucho talento, profesionales brillantes. Me sorprenden sus capacidades y me maravilla la capacidad humana para crear, expresar y resolver problemas.
—Por si ser director creativo en Lola y dar clases de Dirección de arte en Brother era poco, ahora además pasaste a la dirección de la escuela junto a Alex Ademà. ¿Qué responsabilidades nuevas asumís con este cargo de codirector académico?
—Organizar el contenido anual, ya que cada año revisamos materias. Cada año es diferente y cada curso se nutre de lo aprendido en el año anterior. Este ha sido un muy buen año para la escuela. Los alumnos han ganado premios en prácticamente todos los festivales. Ahora tenemos proyectos nuevos y mucho por hacer.
—¿Qué proyección hacés para el futuro pronto de la escuela?
—Queremos centrarnos en la creatividad, pero no sólo dentro del ámbito de las agencias de publicidad. El sector está en constante evolución y tenemos que adaptarnos a las demandas del mercado. Al fin y al cabo los alumnos vienen a nosotros para que les preparemos para el mercado laboral, no sólo dentro de las agencias de publicidad: también formamos a los alumnos como líderes de opinión, creadores de contenido, buscadores de tendencias, etcétera. Brother en Buenos Aires es una escuela de prestigio. Creemos que Barcelona puede ser un laboratorio para la propia escuela.
—¿Y la escuela, en total, qué te parece?
—Creo que es bueno que exista Brother. Muchas veces los estudiantes vienen de un entorno académico teórico y no se han enfrentado a la realidad. Brother es una terapia de choque y de alguna forma logra cambiar la vida de los alumnos. Esto es muy satisfactorio. Además, el equipo y la dirección de la escuela son geniales, lo pasamos bien.
—¿Cómo ves en ella a los chicos de ahora en comparación con los de hace cinco o diez años?
—Para mí los alumnos no son alumnos: son ya profesionales, y quiero quitarles ese complejo para que descubran lo que son capaces de hacer. Y digo esto porque los veo que vienen muy preparados, sobre todo a nivel audiovisual. Se nota que tienen acceso a herramientas e información que nosotros no teníamos. El back up cultural es fundamental en este trabajo, y los alumnos llegan con una buena mochila. Esto es muy bueno, podemos centrar las clases en la idea y no tanto en la ejecución, ya que ejecutan muy bien. Creo que vivimos un momento muy bueno para la creatividad y las nuevas generaciones ya vienen con este objetivo claro en sus cabezas. Lo que veo en común es que andamos igual de perdidos. Cuando pregunto a los alumnos en qué agencia les gustaría trabajar o cuál es ese proyecto que les da envidia y que les hubiera gustado hacer no tienen clara la respuesta. Creo que es interesante reflexionar sobre esto.
—¿Y qué te parece lo más importante para aprender como futuro creativo?
—Para mí lo más importante es la responsabilidad de lo que hacemos y aprender a valorar nuestra propia profesión. Tomarnos en serio a nosotros mismos y respetar el trabajo de los demás.
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