(ARGENTINA) – Hoy, Roberto Pollio se deja llevar por una de sus grandes pasiones, la música, y la califica inevitable. Director de arte y profe de la Asociación Argentina de Publicidad, Pollio sostiene que la publicidad se aprende y se hace de mucho más que de ver publicidad. ¡La inspiración está en todos lados! Por eso, todos los jueves The Lord of the Links trae una Asociación Absolutamente Personal (AAP). La idea es comprobar, con ejemplos pequeños y simples, que todo está interconectado y que, como creativos, nuestra misión es no dejar pasar nada: probarlo, devorarlo e incorporarlo para, como decía Eugênio Mohallem en su Manual del trainee, cargar la batería durante toda la vida.
Cuatro monstruos de la música para cine: John Williams, Bernard Herrmann, Henry Mancini y Ennio Morricone.
POR ROBERTO POLLIO
Director de arte y profesor de la AAP
SOUNDTRACK DE LA NOTA
«Music is power», Richard Ashcroft, 2006.
«Sin música, la vida sería un error». Contundente y hermosa frase del gran filósofo alemán Frederick Nietzsche. Pienso que, en su mayor parte, hoy vivimos una «vida audiovisual», y entonces me pregunto: ¿qué sería de las imágenes sin música? Y, más específicamente, que sería del cine sin John Williams, Ennio Morricone o Henri Mancini, por nombrar sólo a algunos de los grandes compositores de bandas sonoras.
Sin dudas, un caso emblemático del uso de la música en el cine es la famosa shower scene de Psycho (Hitchcock, 1960). Hoy cuesta imaginarnos esa escena sin los violines de Bernard Herrmann (otro grosso de las bandas sonoras), al punto de haberse ya convertido en el sonido cliché para los momentos asociados con el peligro de muerte. Sin embargo, es sabido que la intención original del director era dejar la escena sin música (experiencia que llevó al máximo unos años después con The Birds), con el claro objetivo de incomodar aun más al público con el sonido cien por ciento real de la fatal escena. Por suerte, Herrmman insitió tanto en que escuchara lo que había compuesto que, al final, el bueno de Alfred le hizo caso. El resto ya es historia, pero te invito a ver la escena con y sin música: es realmente una experiencia impresionante, digna de ver (y escuchar).
La escena de la ducha de «Psicosis» con y sin música: una diferencia increíble y elocuente.
Creo que, cotidianamente, todos podemos percibir este poder, siendo protagonistas o espectadores, de las diferentes escenas de la vida. ¿O acaso no te pasó acaso alguna vez que, escuchando música en la calle, en tu casa o incluso viniendo desde otro lugar de pronto te das cuenta de que lo que está sonando es el soundtrack perfecto para lo que está ocurriendo en ese preciso momento? Esta experiencia, llevada al extremo y en 1:20, puede verse en la famosa «propaganda» de Quilmes Canciones (2003).
El spot de Young & Rubicam incluyó, en 80 segundos, fragmentos de: 1) «Yo quiero morirme acá» (Los Fabulosos Cadillacs, 1986). 2) «Y dale alegría a mi corazón» (Fito Páez, 1990). 3) «Presente» (Vox Dei, 1970). 4) «Amor descartable» (Virus, 1984). 5) «Vos sabés» (Los Fabulosos Cadillacs, 1999). 6) «Me gustás mucho» (Viejas Locas, 1999). 7) «Soy lo que soy» (Sandra Mihanovich, 1984). 8) «(Loco) Tu forma de ser» (Los Auténticos Decadentes, 1989). 9) «Es tuya, Juan» (Illya Kuryaki & The Valderramas, 1991). 10) «Waitin» (Los Pericos, 1993). 11) «Los calientes» (Babasónicos, 2001).
El melómano protagonista de este comercial no es real, pero que existen, existen. Sí, señores, hay frikis (como quien les escribe, por ejemplo) que directamente musicalizan sus días y muchas veces piensan, y hasta eligen adrede, canciones para momentos específicos de su propia vida… acá hay otro, mucho más conocido que yo.
«¿Qué apareció antes, la música o la miseria? —se pregunta Rob Gordon, el personaje que interpreta John Cusack en «High fidelity», la peli que Stephen Frears dirigió en 2000 sobre la novela de Nick Hornby—. Se preocupan porque los niños juegan con armas, ven videos violentos y los domina una especie de cultura de la violencia, y les da igual que los niños escuchen miles ¡y digo miles! de canciones sobre sufrimiento, rechazo, pérdida, miseria y dolor. ¿Yo escuchaba música pop porque estaba deprimido o estaba deprimido porque escuchaba música pop?».
Quentin Tarantino es otro melómano reconocido por la inteligencia, y para mi gusto también la precisión, con que elige los temas para cada escena. Si bien no todos los temas que utiliza para sus bandas sonoras son compuestos especialmente, las pelis de QT (otro de los directores que, como Hitchcock, disfruta haciendo pequeños cameos en sus películas) son una muestra perfecta del uso de la música en el cine y me atrevo a decir que su criterio es casi publicitario. Todos conocemos los temas, pero elijo una de las escenas de su última película, Django Unchained, en la que muy sutilmente, se refiere al silencio.
«La D es muda», le explica Django a este desconocido que le pide que deletree su nombre.
Hablando de silencio, a fines de los años 60 John Lennon publicó, junto a Yoko Ono, dos discos experimentales. En uno de ellos, Unfinished Music No. 2: Life with the Lions, incluyó un tema titulado 2 minutos de silencio que, al ser reproducido, era exactamente eso. ¿Vos que pensás, era realmente silencio o nos estaba diciendo algo?
Comercial… Spot… Película… Disco… Algunas de las tantas formas en las que en nuestro ambiente identificamos a las piezas audiovisuales con fines publicatarios. Cualquiera sea el nombre que quieras darle, es impresionante la efectividad con que esta campaña de la agencia brasileña Long Play 360 para Lua Nova Sound Production (de 2012) logra transmitir gráficamente la importancia de la música en el medio audiovisual.
«Sin una banda de sonido no pasa nada», proponen las tres piezas, en referencia a momentos clave de «ET», «Psicosis» y «Rocky».
Para terminar, una genialidad del argentino Carlos Bayala durante sus años en Portland, Oregon (en la mítica agencia estadounidense Wieden + Kennedy, creadora del Just do it de Nike). Se trata del comercial Before, para Nike, que ganó entre otros, el premio al mejor uso de la música en el festival de Cannes de 2002… paradójicamente sin usarla.
La orquesta afinando que se oye del principio al fin del spot ¿puede llamarse estrictamente música?
¿Pensaste alguna vez cual sería el soundtrack de tu vida? ¡Hasta la próxima!
LA PASIÓN DE POLLIO
La verdadera prueba de la doble pasión de Roberto Pollio —la dirección de arte y la música— es su rol de baterista en Flashback – Una Banda de Película, que se presenta este sábado, con entradas a $50 pesos adelantadas y a $60 en la puerta, en el auditorio Cendas, en Bulnes 1350, en el barrio de Palermo.
La banda, especializada en música de películas, series de TV, cartoons, videogames y publicidades, presentará esta vez un bloque especial Mafia.
Y una curiosidad: el show del sábado coincide con el «Star Wars Day» que se celebra cada 4 de mayo en todo el mundo. «Aunque no hacía falta, ya tenemos la excusa perfecta para incluir un tema de la gran saga galáctica en la lista», se enorgullece la banda en su página de Facebook.
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Muy bueno. Desde que tengo memoria, mis oídos escucharon cada domingo un poco de Serrat. Es por eso que en ocasiones no puedo dejar de recordarme algún que otro tema dependiendo de la situación que estoy viviendo. Este tema: «No hago otra cosa que pensar en ti», se me presenta, especialmente, en pleno proceso creativo para los trabajos prácticos.
Claro Matías, esto es algo muy personal y que no tiene fin… yo creo que hay una canción para cada situación de cada persona. Particularme durante el proceso creativo, como profe, siempre les recomiendo no conformarse y seguir buscando…
http://www.youtube.com/watch?v=gY75dw64sqI