(BRASIL) – Diez días antes de cumplir 105 años, el genio inspirado e inspirador del brasileño Oscar Niemeyer se apagó anteayer para siempre. Fue el arquitecto que le dio personalidad a Brasilia en medio de la nada en la década de 1960 y que llevó la línea curva a su máxima expresión. «No me atrae el ángulo recto ni la línea dura e inflexible creada por el hombre —dijo alguna vez—. Lo que me atrae es la curva libre y sensual, la curva que encuentro en las montañas de mi país, en el curso sinuoso de sus ríos, en las olas del mar, en el cuerpo de la mujer preferida; de curvas es hecho todo el universo, el universo curvo de Einstein». Llevó a su máxima expresión lo que para un buen publicitario debería ser un manifiesto: el secreto de la inspiración es la maravilla del universo que nos rodea.

Niemeyer en uno de sus lugares favoritos: su estudio, con una vista absolutamente envidiable sobre su querido Río de Janeiro, la ciudad en la que había nacido el 15 de diciembre de 1907.

 
CÓMO LO DESCRIBIÓ EDUARDO GALEANO

Odia el ángulo recto y el capitalismo. Contra el capitalismo no es mucho lo que puede hacer; pero contra el ángulo recto, opresor del espacio, triunfa su arquitectura libre y sensual y leve como las nubes.

Niemeyer concibe la morada humana en forma de cuerpo de mujer, costa sinuosa o fruta del trópico. También en forma de montaña, si la montaña se recorta en bellas curvas contra el cielo, como es el caso de las montañas de Río de Janeiro, diseñadas por Dios el día aquel en que Dios se creyó Niemeyer.

Eduardo Galeano, Memoria del Fuego III. El siglo del viento.

 
CÓMO ERA

 
CÓMO CREABA