¿Qué te pasa a vos?, pregunta (y se pregunta) Carolina Barthalot

(ARGENTINA) – Estás buscando trabajo pero no cualquiera, tenés sed de hacer publicidad y dependés de una respuesta. Una nota sobre vos y los estadios de tu currículum una vez que fueron enviados. ¿Qué les pasa a todos? Pocos lo dicen.


«Lápiz de Platino – Guitarreros»: Productora: Huinca. Director: Gregorio Cramer.

 
POR CAROLINA BARTHALOT
Egresada de la UAI Rosario
Redacción especial para PB

 
Nadie dijo que los inicios en el mercado publicitario serían fáciles, sobre todo si estás en la recta final de la carrera. En esa etapa donde afloran todas las inseguridades y al mismo tiempo ves un mundo inmenso de posibilidades que te mantienen seguro de tu elección.

Una vez más te encontrás frente a tu gente querida explicándoles qué es lo que hacemos exactamente y el mundo de “locos” del que queremos ser parte. Sabés que hiciste bien, así que una vez más estas ahí diciéndote a vos mismo que la publicidad es parte de vos y no vas a renunciar a eso.

Sabemos muy bien que la publicidad se aprende haciendo, que las carreras y cursos nos dan mucho, pero que la clave está en la experiencia. Hay que ver para hacer, probar para entender cómo funciona, hay que jugar con eso que nos contaron y crear nuestra propia historia. Pero no es tan fácil encontrar el lugar que nos permita hacerlo. A muchos les gusta decir que es una cuestión de tiempo, yo prefiero la teoría de que depende de uno mismo y cuán convencidos estamos de que esto es lo que queremos hacer. Para los que coinciden con mi postura, sabemos muy bien que quedarse quietos no es un camino.

Entonces allí estamos, con un currículum armado y una carpeta fresca, a punto de salir a que nos vean la cara. Nos sentimos grandes y tímidos al mismo tiempo, porque sabemos que va a ser un camino largo, pero que va a valer la pena. Mandamos decenas de emails por día y marcamos el número de personas que alguna vez vimos con la idea de que nos puedan ayudar. Chequear los emails cada tres minutos y buscar que el teléfono no pierda la señal son síntomas de ansiedad que se transforman en una rutina.

Sabemos que de cada 50 emails que enviemos unos pocos se van a tomar el tiempo para ver nuestro trabajo y hacer una lectura sobre nosotros. Sin embargo, mantenemos la esperanza de que nuestro perfil le guste a alguno de los destinatarios y pueda caer en un momento que estén buscando incorporar a alguien. Estamos registrados en todas las bolsas de trabajo y redes.

Tenemos un sistema armado de rastreo. Estamos convencidos de que va a dar frutos estar al límite de que nos bloqueen la casilla por ser considerados spam.

Un día nos levantamos, abrimos nuestra cuenta y ahí está, entre todos los cupones de descuentos y las notificaciones, lo que tanto estábamos esperando: la respuesta. La pasamos de largo y decidimos leerla en unos minutos, haciéndonos los interesantes con nosotros mismos, para levantar el ego, pero nuestras ansias de saber qué nos están queriendo decir en respuesta es más fuerte. Queremos saber si están las palabras mágicas que tanto nos gustan, el abracadabra de todo aspirante. Entonces tomamos coraje y cliqueamos. Hay cuatro simples posibilidades, en dos grupos muy distintos: las negras y las blancas.

Dentro de las negras tenemos en primer lugar el email auto respuesta, es decir el que te notifica que tu currículum no fue ni va a ser visto, que está siendo bienvenido a la papelera y va a estar en compañía de los otros tantos que ya enviaste. En segundo lugar, el discurso de “gracias por tu interés, y si bien en este momento no estamos realizando búsquedas, lo vamos a tener en cuenta”, una forma más sutil y menos cruda de decirnos “seguí participando”. Este dúo negro nos lleva a replantearnos qué es lo que estamos haciendo, si vamos bien o vamos mal.

Pero por el otro lado nos quedan las blancas del cuarteto: las respuestas que fueron tipeadas para nosotros y son prueba de que nos dedicaron al menos unos minutos. Son aquellas que nos dicen que nuestro trabajo fue visto y muestran un interés de las dos partes. Están las que nos cuentan que no están buscando a nadie y, sin embargo, quieren conocernos, comentan sobre nuestra carpeta, quieren saber quiénes somos y se ofrecen a ayudarnos con nuestros proyectos personales. En otras palabras, son los amigos que nos bancan y nos alientan a tirarnos a la pileta que según su experiencia está con bastante agua. Y por último, el abracadabra, ese email que nos dice que hay un lugar para nosotros, una entrevista agendada. Lo leemos y lo volvemos a leer, para corroborar que nuestra cabeza no se dejó llevar por el deseo. Ahí estamos reafirmando que hicimos bien, que valió la pena gastar las letras del teclado y hundir F5, que no te lo decían porque son personas que te quieren, sino que creen en vos por más que no entiendan mucho del tema.

Sean blancas o negras las respuestas, lo importante es estar seguro de uno mismo y la única cosa que va a existir entre vos y tus metas son las excusas que nos decimos a nosotros mismos de por qué no podemos llegar a ellas.
 
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.