Nostalgia de la luz en primera persona

(CHILE) – Escribe Aurora Montes, redactora de PB: «Como la bohemia que no soy, me subo a mi playera azul en dirección al MALBA (Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires) para ver cine de autor conmigo misma. Se trata de la película documental Nostalgia de la luz del director chileno Patricio Guzmán. Las primeras imágenes de la pantalla llenan de luz la sala de cine, entrando fuerte y despertando en mí la esencia de una niña que quiere tocar todos los delicados y complejos telescopios. Las siguientes me transforman de nuevo en “adulta”, con el crujido de los pasos sobre la tierra del desierto de Atacama».

Trailer de «Nostalgia de la luz»

 
POR AURORA MONTES
De la redacción de PB
(Videos: YouTube)

 
Debo confesar que este horrible episodio de genocidio en la historia sobre los desaparecidos de la dictadura de Pinochet unió a mis padres en 1978 en el Congreso Mundial de Solidaridad con Chile, donde acudieron como intérpretes voluntarios de italiano e inglés, representando al PSOE (Partido Socialista Obrero Español) y a la asociación de Derechos Humanos. Las energías del Big Bang fueron avisadas de que se necesitaba calcio para el origen de mi futuro esqueleto.

Pero Guzmán no narra futuro, ni siquiera el presente. Todo es pasado: hasta la luz de la pantalla de mi computadora mientras escribo esto me llega una pequeñísima fracción de segundo tarde, razón por la cual es pasado antes de ser mi presente. Todo esto, elevado a la dimensión de la pérdida, igual a almas que no pueden descansar.

Es un viaje entre el cielo y la tierra, donde los abismos físicos no sólo superan las capacidades de los astrónomos. Mientras unos observan las inmensidades de las galaxias, otras buscan en la Tierra los restos de sus difuntos. Unos, para saber de dónde venimos; otras, para poder irse en paz. Contestar a una pregunta formula más interrogantes en un sinfín de incertidumbres. Este paralelismo entre astrónomos de todo el mundo observando el cielo y mujeres chilenas buscando en la Tierra, ambos desde el desierto de Atacama, fragmenta en el universo de mis pensamientos las categorías de inquietudes por conocer que poseemos las personas.

Encuentro extremadamente paradójico que la ideología y la irrevocable creencia por los derechos humanos, en el caso de mis padres, unió, y en el caso de muchísimas otras personas, separó vidas cuyo destino era una fosa común de convicciones escondidas y testimonios enterrados.

Esta película muestra el compromiso de Guzmán con la historia política de su país, dando voz a los que la perdieron por usarla y buscando junto a ellos la memoria de una tierra natal compartida.

Me despido con uno de los grandes exponentes de la lucha contra las injusticias cometidas durante la dictadura de Pinochet.

Víctor Jara cantando en 1973 «El derecho de vivir en paz».

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