La clase de Tim Mellors: terapia de grupo en clave artística

(INTERNACIONAL – Enviado especial a Cannes, Francia) – El director creativo mundial de Grey pasó esta semana por el aula de la Roger Hatchuel Academy y sorprendió a todos basando su clase únicamente en una pintura.


Mellors y los estudiantes al final de la clase, cuando los diferentes grupos fueron pasando al frente para explicar su interpretación grupal del cuadro de Wyeth.

 
POR PANCHO DONDO (Desde Cannes)
Director de PB
(Fotos: PD)

 
La Roger Hatchuel Academy tuvo anteayer a un personaje notable a cargo de una clase que terminó transformándose en una suerte de combinación de sesión de terapia de grupo con workshop: Tim Mellors, hoy director creativo mundial de Grey y, a lo largo de su carrera, periodista, niño terrible de la publicidad inglesa a comienzos de los 70, psicoanalista y nuevamente director creativo, con éxitos a sus espaldas como la reinserción de Publicis, una década atrás, entre las agencias más creativas del mercado.

Mellors arrancó diciendo, nada más entrar, que al llegar había sentido muy baja la energía del lugar. Que por favor fueran en orden diciéndole los nombres y calificando de 1 a 10 cómo sentían que estaba su energía. Hubo muchos 4. Dijo que al final de la clase iba a proponer de nuevo el mismo ejercicio, para ver qué cambio había habido («¡Seguro que va a estar lleno de números 2!», bromeó).

A continuación presentó su charla diciendo que sólo quería dejar en claro un concepto, una frase de Anais Nin (escritora francoestadounidense, 1903-1977): «No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos».

Luego mostró un cuadro que Andrew Wyeth pintó en 1948 y, sin dar a los estudiantes más información que esa, les pidió que se dividieran en grupos y que cada grupo escribiera: primero, qué pasó antes de lo que se ve en el cuadro; segundo, qué está pasando en este momento; y tercero, qué va a pasar después.


El cuadro de Wyeth, del que al comienzo los chicos todavía no sabían ni el título.

 
Tras un rato de trabajo en equipo, cada grupo fue pasando al frente y contando su versión. A continuación, Mellors fue comparando los delirios —algunos realmente lo eran, pero en general muy bellos— concebidos por los diferentes grupos. Y finalmente contó la verdadera historia de la obra: «Andrew Wyeth, apodado ‘el pintor del pueblo’, se mantuvo fiel al realismo, lejos del expresionismo abstracto de la época impuesto por Rothko y Pollock. Su obra cumbre fue creada en el verano de 1948, en Cushing, Maine. Cristina Olson gateaba por el campo en busca de un ramillete de flores para el jarrón de la cocina. No le gustaba depender de la silla de ruedas y prefería arrastrarse por los sitios, sintiéndose libre. Había aparcado la silla lejos del marco del cuadro y pasaba la mañana deslizándose por el verde. Vivía con su hermano Álvaro y sus padres en la casa gris del fondo del lienzo. Cristina había tenido la polio cuando era niña, razón por la cual sus piernas se habían deteriorado y había perdido la capacidad de andar. Cuando Andrew Wyeth pintó este cuadro, Christina ya tenía 55 años, razón por la cual Betsy —la esposa del pintor— posó para la obra».


Un detalle de la obra de Wyeth, testigo directo de hasta qué punto transmitió la polio que Cristina había sufrio de pequeña: el mínimo grosor de su pierna izquierda.

 
Finalmente, tras chequear que la energía personal de cada alumno había subido entre 2 y 3 puntos (en la opinión de cada alumno, que se autocalificaba, eso sí), terminó volviendo al concepto original: «No vemos las cosas como son, vemos las cosas como somos».

 
 

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