(ESPAÑA) – Sentada en la barra de un bar, mientras tomo una ironía tan coloquial como es un cubalibre, suena la intro de un tema bastante desconocido llamado Ernie. La camarera salvadoreña se detiene y cierra los ojos. Me acuerdo cómo la primera vez que escuché Based on a true story me pasó lo mismo.

Autorretrato de la autora.

 
Por Aurora Montes (España), de la redacción de PB

Fat Freddy’s Drop, la caída del gordo Freddy. Yo no sabía qué esperar del disco que me regaló mi amiga Mery. No es como que te regalen un remasterizado de los Beatles, que sabes que es lo mismo de siempre pero que suena mejor. O incluso que te regalen Unknown pleasures de Joy Division. No. Su historia o hasta su nombre lo delata aunque la redundancia de Unknown pleasure sugiera algo distinto. De todas maneras, desde la calle Ayala hasta la casa de mi abuela la única analogía que pude hacer fue que era un disco de algún rapero ciclado norteamericano X que amaga hacer poesía callejera sobre su pobre infancia o sobre las prostitutas que lleva por el hood en su Hummer amarillo. Y no porque no confíe en el gusto musical de mi amiga, sino por prejuicios demasiado ambiguos y totalmente pesimistas.

Play.
Suena el piano de Ernie.
Cierro los ojos.
Mi cabeza empieza a balancearse de lado a lado sin ningún tipo de previa meditación. No me lo esperaba. Aún menos el minuto 4 y 34 segundos.

Cay´s Cray.
Totalmente incorporado el balanceo craneal, ahora tampoco controlo los hombros y manos.

¿Como llegué al tema 6 y sólo han pasado unos segundos?

Mientras van sonando los temas yo ya no estoy en el living de mi abuela, ni sentada en su sofá de terciopelo morado que me recuerda al cuidado que hay que tener en Navidad, ni en mitad de una ciudad feroz y ajetreada como Madrid.

Something mystic in the soul connection. Debe de ser eso.