AAP#036: Poderoso, el chiquitín

(ARGENTINA) – Como Uruguay, que con tres millones de habitantes no deja nunca de ser potencia futbolística; como la Argentina, que con una industria publicitaria que factura mucho menos que los grandes mercados no deja nunca de generar admiración en los festivales de creatividad; como el Koh-i-noor, que desde 1965 viene seduciendo amas de casa argentinas con la frase que da título a esta columna; como el Yoda, como el Diego, como Messi, ¡los chiquitos siempre son más importantes de lo que parecen! O eso, al menos, afirma hoy Roberto Pollio. Director de arte y profe de la AAP, Pollio sostiene que la publicidad se aprende y se hace de mucho más que de ver publicidad. ¡La inspiración está en todos lados! Por eso, cada edición de The Lord of the Links trae una Asociación Absolutamente Personal (AAP). La idea es comprobar, con ejemplos pequeños y simples, que todo está interconectado y que, como creativos, nuestra misión es no dejar pasar nada: probarlo, devorarlo e incorporarlo para, como decía Eugênio Mohallem en su Manual del trainee, cargar la batería durante toda la vida.


Esta «cosita» (así llama Roberto Pollio, en esta columna, a Carmela, la cobaya que vivió hasta hace muy poquito con él y su novia Daniela) «tuvo una importancia que tal vez cueste entender»: tal vez leyendo la columna sí se entienda.

 
POR ROBERTO POLLIO
Director de arte y profesor de la AAP

 
SOUNDTRACK DE LA NOTA

«Big me», Foo Fighters, 1995.

 
Los disparadores de mis AAP suelen ser, en mayor o menor medida, cosas que me tocan de cerca; pero, como ya te habrás dado cuenta, esta vez es algo aún más personal. Es que esa cosita (insignificante para muchos, lo sé) tuvo una importancia que tal vez cueste entender, sobre todo si nos quedamos sólo con lo que vemos. Ese fue el sentimiento del post aquel día y me parece que reflexionar sobre esta humilde observación es una linda forma de rendir un último y merecido homenaje a nuestra gran Carmelita, así que allá vamos.

Al cumplirse 100 años del nacimiento de Julio Cortázar, 2014 fue declarado el “Año Cortázar” y, si bien el gran cronopio ya se había dado una vuelta tiempo atrás por mis AAP, me parece una muy buena oportunidad para volver a citarlo y hablarte sobre una de sus tantas genialidades, que linkea perfectamente con la temática de hoy. «La coma, esa puerta giratoria del pensamiento», escribió alguna vez Julio, y con el siguiente ejemplo dejó bien claro que ese signo de puntuación, en apareciencia tan insignificante, a veces tan olvidado y a su vez tan mal usado en otras, tiene una importancia vital, al punto de poder transformar por completo el sentido de una frase.


El contenido supera ampliamente a la forma: me encantaría poder escuchar al autor recitando sus palabras, pero por ahora este video es lo único que tengo a mano para presentártelas en formato audiovisual. ¡Dale una oportunidad a la coma! ;)

 
Será porque Cortázar murió en París, o por la fuerte relación del aviador francés Antoine de Saint-Exupery con nuestro país (en Buenos Aires conoció a la que más tarde sería su esposa, Consuelo Suncín, y también allí fue nombrado director de la Aeroposta Argentina, que luego de diversas fusiones y cambios de marca llegó a ser lo que hoy conocemos como Aerolíneas Argentinas), o quizás porque ambos son autores de dos libros que me marcaron desde muy temprana edad, ¡o tal vez por todos esos motivos juntos!, como sea, ahora me encuentro pensando El Principito y me doy cuenta, una vez más, de que la casualidad no existe.


«Le Petit Prince», publicado por primera vez en 1943, es una novela corta que puede ser considerada un libro inocente por la forma en que está escrito e ilustrado, pero que sin dudas de infantil no tiene nada. Se ha convertido en uno de los libros más vendidos (más de 140 millones de copias en todo el mundo) y más traducido (a más de 250 idiomas y dialectos, incluyendo al sistema de lectura braille) de la historia. Grande por dentro, ¿no?

 
Quizás sea este el mejor momento para citar a las mascotas más pequeñas que pudieron existir. Mucho antes del Tamagotchi y el reciente Pou, los Sea-Monkeys llegaron, en la década del 60, con un concepto que se asemeja al de las mascotas virtuales, pero con la pequeña gran diferencia de que los monos de mar estaban vivos posta. Pronto las extrañas criaturitas se esparcieron por todo el mundo, a base de un gran poder de imaginación, tanto de sus creadores como de quienes los compraban. Nadie puede poner en duda su tamaño (no más de dos centímetros), pero si todavía te preguntás qué tenían de poderosos los Sea Monkeys, te invito a mirar el link de Wikipedia. También podés fijarte en el precio que tienen hoy como artículo de colección en MercadoLibre: chiquitos, pero rendidores.


Un anuncio original de los Sea-Monkeys y, a la derecha, una imagen ampliada del ¿simpático? bichito.

 
Por más engañosa que pueda resultarnos hoy, los Sea-Monkeys jamás hubieran existido sin creatividad publicitaria, así que inevitablemente ahora mi mente se traslada en el tiempo hacia Cannes y hace dos escalas, en diferentes momentos del Festival. Primero, en una campaña gráfica argentina de la edición 2011, que nos mostraba con humor e inteligencia que no sólo las comas pueden cambiar el sentido de una frase.


«Cualquier cosas que digas se siente un poquito mejor». Así nos contaba J. Walter Thompson Argentina que, para mantener el aliento fresco y no pasarla mal, sólo necesitamos algo pequeño pero poderoso en nuestro boca.

 
En la segunda escala, y ya casi cerrando los links de hoy, me encuentro con un comercial de bien público, de esos inolvidables que, paradójicamente, nos recuerda que nunca debemos subestimar a los más chiquitos, ni olvidarnos de su gigantesco poder de imaginación.


Fue realizado en 2002 por la agencia japonesa Dentsu para el Japan Ad Council (Consejo Publicitario Japonés), y ese mismo año fue premiado tanto en el Cannes Lions International Festival of Creativity como en los Clio Awards, en The One Show y en The Cresta Awards.

 
Mientras escribo esto, la Selección Argentina está jugando uno de los amistosos previos a Brasil 2014 y de pronto me avivo de que, cuando volvamos a encontrarnos dentro de un mes, vamos a estar en pleno Mundial. Y entonces me pregunto: ¿estará la Argentina aún participando entonces? ¿Será aquel jugador al que un día calificaron como «demasiado chiquito para jugar fútbol» el principal responsable de la tercera estrella en el escudo de la AFA? ¿Será otra vez alguien que mide menos de 1,70 quien lleve la celeste y blanca hacia lo más alto y finalmente levante la copa, como lo hizo Diego en 1986? Veremos, veremos, después lo sabremos.

 

★★★★★★★ TLOTL
thelordofthelinks@primerbrief.com

 
 

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