“Mirame fallar miserablemente”: Chacho Puebla en El Ojo 2014

(IBEROAMÉRICA) -“De los errores se aprende”, eso todos lo sabemos. Pero Chacho Puebla, director creativo ejecutivo en Lola Madrid, decidió llevarlo a un nuevo nivel. A través del fracaso de sus múltiples proyectos personales (la palabra “creativos” está más que implícita) nos cuenta las valiosas lecciones que aprendió. ¿Qué estás esperando? Miralo fallar miserablemente, que así se aprende.

 

Chacho Puebla, socio y director creativo ejecutivo de Lola Madrid, en El Ojo de Iberoamérica 2014.

 
 
POR DENIS VIVODA
Estudiante de redacción publicitaria en la Asociación Argentina de Publicidad
Especial para PB

 
Empezar una charla diciendo que aprender requiere una idea, una búsqueda en Google y huevos, es la manera perfecta de mantener a tu audiencia al borde del asiento durante toda la charla. Pero con Chacho no es necesario, su humor y experiencia te llevan a escucharlo incondicionalmente. A través de sus distintos proyectos (y lo aprendido en la derrota), Chacho Puebla nos enseña. Y nosotros, agradecidos, aprendemos.

 

55 burned

Su primer proyecto, 55 burned, lo llevó a varias conclusiones. La primera viene en forma de respuesta a una pregunta que ronda las cabezas de todos en algún momento: “Si nos vamos a morir, ¿para qué esforzarnos?”. Entonces, con el poder de una frase simple, Chacho agrega: “Porque me gusta”.


55 burned, uno de los muchos proyectos de Chacho Puebla. Podés ver más en su página de Behance.

 
Pero entonces las lecciones continúan. “Ser profundo no es tan popular”. Podés ver arriba el video de su proyecto, una actividad que lleva anexada otra lección, ésta de importancia tanto para los abocados a profesiones y tareas creativas como para los que no: siempre se puede volver a empezar.

Si bien el proyecto fue un “fracaso”, como lo define Chacho, él aprendió que con solo una persona que cambie gracias a eso, valen la pena el sudor y las lágrimas. En una profesión en la que buscamos llegar a millones, quizás una persona sea poco. Pero si un millón de muertes es una estadística, mientras que una es una tragedia (según las palabras infames de Joseph Stalin), una persona inspirada es, sin dudas, un gran logro.

 

Quilombo: one book to understand a city.

“Esto es Quilombo. Una guiamapalibroenciclopedia callejera de Mendoza. La idea es mostrarles a los que viven aquí o están de visita, un poco de cómo somos. Todo mezclado. Gente. Personajes. Lugares. Tiendas. Palabras. Hechos. De todo un poco”. No es una guía turística, es una ventana a la vida en Mendoza, la ciudad natal de Chacho Puebla.

Quilombo: one book to understand a city
Quilombo: un libro para entender una ciudad.

 
“Pagar sale más barato; a la larga vale la pena”. Esa es la primer lección aprendida. No puedo evitar pensar en aquella frase atribuida a Napoleón, “vísteme despacio que estoy apurado”, y la certeza de que buscar atajos puede, a la larga, resultar caro.

La segunda lección es el epítome de la vida del estudiante publicitario (vos, yo, todos): saber que vas a fallar lo hace más fácil, pero no menos doloroso. Aprender requiere de cicatrices en el ego. Hace unas semanas llegué a un video que me tocó en lo personal, y que, en cierta manera, tiene que ver con esta lección en particular. No con el saber que vas a fallar, sino con el dolor creativo.


THE GAP by Ira Glass from Daniel Sax on Vimeo.

 
¿La tercer lección? Nada es tan fácil como parece, lo que se traduce en no confiarse. Perseverar sin creérsela, laburar, laburar, laburar. Simple, pero verdadero. Verdadero, pero simple.

 

Suerte o Destino

 
“Aprendí”, dice la diapositiva que sigue al nombre del proyecto, casi casi como un grito de guerra (creativo). Toda la audiencia está aprendiendo de los fracasos de una persona, pero mejor aún, toda la audiencia está aprendiendo a aprender de los fracasos.

La primer lección derivada del fracaso de este proyecto es que la gente es vaga y no les podés pedir mucho. Encontrar un sobre en la calle, abrirlo, subir el código a una página y mantener contacto con desconocidos. Todas esas cosas tienen el sabor, el aroma, a eso que nos encanta a todos los creativos: el no saber qué puede llegar a pasar, la adrenalina de lo desconocido. Pero la gente, como regla general, suele tenerle miedo a ese mismo sabor, a lo desconocido(esa es la lección número dos).

 

Panza

Cuando Chacho dice que nos va a contar lo que aprendió de su panza (o el fracaso de perderla), toda la audiencia estalla en las risas. Te dije, entre su experiencia y su humor, la charla es imperdible.

“Si no lo das todo, no te podés quejar”. Hasta que no hagas todo lo posible para que algo pase, no podés decir nada, te la tenés que bancar. En el caso de su panza, Chacho nos da a entender que aquel que esperar una panza chata necesita sacrificar algunas cosas. Pero (y esta es la segunda lección), no siempre está tan mal, a veces vale la pena. Esas mismas cosas que uno tiene que sacrificar son las que, en definitiva, pueden convencerte de quedarte con lo que tenés ahora. En el caso de la panza, probablemente sea una milanesa con fritas, o un asado con amigos, o tomar vino en un asado con amigos mientras algún alma aventurera también se anima a probar una milanesa con fritas.

La tercer lección se adentra más en el territorio de lo publicitario (aunque como todas las lecciones de Chacho, como habrás visto, puede aplicarse a la vida en general). La envidia es un buen motor. Tener un amigo que va al gimnasio y termina con la panza que vos querías puede, en definitiva, motivarte a hacer lo mismo. Tener un compañero que logra una buena idea puede contagiarte, hacerte laburar más para llegar a algo similar. Como siempre, la envidia es algo delicado, que requiere un límite. Pero si existe algo así como la “envidia sana”, sirve.

La cuarta lección es tan corta que se siente como un jab cruzado y listo para el knockout: “Dale con todo”.

 

Lola Barcelona

Hace poco, la agencia Lola abrió una nueva sucursal en la ciudad española de Barcelona. Abrir una nueva sucursal es casi tan difícil (sino más) que abrir una nueva agencia, en especial porque hay un espíritu de agencia que seguir. Las nuevas personas, los nuevos creativos, tienen que seguir en la línea de la otra sucursal, guiarse por la razón de ser de la agencia Lola.

LOLA, la agencia donde Chacho es Socio y Director Creativo Ejecutivo
Lola, la agencia donde Chacho es socio y director creativo ejecutivo.

Este espíritu, esta esencia, es, en el caso de Lola, es la libertad total. Y no todos entienden la libertad total (nos dice la primer lección): hay que enseñarla. La cultura de un lugar no se puede comprar, no se puede contratar poniéndole un sueldo fijo. La cultura de un lugar se enseña, se educa. La libertad total, en este caso, requiere rueditas de entrenamiento y un empujón paternal.

Quizás, en este caso en específico, “mírame fallar miserablemente” no es una frase aplicable al 100%. Lola Barcelona, a pesar de haber tenido algún que otro tropezón inicial, es una realidad, una gran agencia que se mantiene en pie. Pero así, Chacho también nos enseña que de los logros también se puede aprender.

 

Lo que yo aprendí

En resumen, fallar puede llevar al aprendizaje. No; fallar lleva al aprendizaje. No solo propio, sino (como Chacho nos hizo aprehender mediante risas y anécdotas) de los errores de otro también se puede aprender. El proceso creativo hace acordar mucho al proceso científico: hipótesis, experimento, error, hipótesis, etcétera. Por eso Chacho, constante, nos recomienda el siguiente video:

 

La charla de Kary Mullis, premio Nobel de Química, para Tedx Talks: «Play! Experiment! Discover!».

 
Lo que yo aprendí escuchando la charla, mirando a Chacho contar con ganas sus errores, es que los beneficios de hacer lo que a uno le gusta superan gratamente a las desventajas. Uno puede fallar, puede caer, tropezarse, fallar miserablemente: pero de todo se desprende algo bueno. No me malinterpretes, todas las otras lecciones también me las llevo aprendidas. Pero Chacho, si estás leyendo esto: gracias. Gracias por ayudarme a marcar todavía más el norte en mi brújula, en lo que quiero hacer. Eso, definitivamente, es lo que aprendí mirándote fallar miserablemente.

 
 

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