De la confusión y el aprender en la dirección de arte, por Barbi Terasani

(ARGENTINA) – Una escuela como Haus le llega a sus alumnos de distintas maneras, en distintos momentos. Parte de esto podés verlo en las notas que Denis Vivoda, nuestro redactor y estudiante de la escuela, escribió en el pasado, e incluso en la nota de Chini Spano, una de sus compañeras. Hoy, sin embargo, es el turno de otra alumna de Haus para prestar su voz (o palabras, al menos) y contarte qué se siente ser parte de una escuela como Haus. Ponete cómodo, escuchá a Barbi Terasani y aprovechá una nueva oportunidad para conocer a la escuela de dirección de arte. Ah, y si te copa ¡entrá a la web de Haus a ver qué más hay!

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«Creo que no hay mejor manera de aprender que de la mano de alguien que se apasiona por lo que hace, porque esa actitud se transmite al instante», dice Barbi.

 
TEXTO POR BÁRBARA TERASANI
Estudiante en Haus – Especial para PB

 
Siempre dije que no soy muy amiga de las palabras, pero D. (Denis) me propuso que contara mi paso por Haus, ¿y cómo negarme? Acá estoy, escribiendo sobre un espacio que me sorprendió y que quiero un montón.

Llegué a Haus por pura curiosidad. No terminaba de entender de qué se trataba la dirección de arte pero aún así me llamaba la atención. Estaba en un momento donde necesitaba hacer algo, no sabia bien qué pero algo (sí, venía de un momento bastante bajón), y sin pensarlo demasiado fui a la charla introductoria que dio Juli Montesano y al toque me anoté. Estaba llena de preguntas, dudas y, por sobretodo, curiosidad. Digamos que todo fue como por envión y sin pensarlo demasiado. Pero no me equivoqué, fue de las mejores decisiones del año.

La primera clase me encontré con una pregunta, y sobre esta pregunta Chini ya habló. Creo que hasta el día de hoy rebota en mi cabeza. La primera consigna que nos dio Juli fue llevar escrito qué queremos ser cuando seamos grandes. Una pregunta tan tan simple, que te hacen mucho cuando sos chiquito y ya respondiste muchas veces, pero aún así a muchos nos costó un poco entregar ese papel (por lo menos a mí seguro). De hecho lo entregué dos clases después.

Empezaron las clases, ¡y así se abrió un mundillo nuevo que cada vez se ponía mejor! El primer módulo fue el de Diseño Gráfico, ¡un planeta que nunca había pisado y que me gustó un montón! Vimos Lettering, afiches, logos, cosas en las que nunca había indagado que hacían que cada vez me entusiasme más y más y más. ¡Conocí cosas que me encantaron! No se me cruzaba por la cabeza faltar ni a una clase, y eso que venía re cansada, de trabajar todo del día; no me importaba nada, porque esperaba a que sean las ocho de la noche para tocar timbre en Haus, subir las escaleras, sentir el olor a pochoclo, subir un piso más para hacerme un té, escuchar a Juli y ver qué cosa nueva íbamos a ver. Y claro, es imposible no salir súper manija de las clases y seguir hablando en la puerta, en un bar o por Whatsapp.

Pasaban los días, pasaban los módulos y cada vez la clase se iba poniendo mejor. Los grupitos se iban formando, nos íbamos conociendo. Diseñadores gráficos, redactores, fotógrafos, cada uno venía de un palo diferente, ¡y eso me parecía genial! Con nuestro grupo nos fuimos complementando, aprendiendo un montón. Conocí personas súper talentosas que he llegado a querer muchísimo. (Sí, me puse medio cursi, ¿no? ¡Pero es real!)

En Haus también están los profesores invitados, como Panco, Ale Isler, Raúl Vassena y más, y cada clase con ellos podías ver cómo les fascina lo que hacen. Creo que no hay mejor manera de aprender que de la mano de alguien que se apasiona por lo que hace, porque esa actitud se transmite al instante. Cuando terminan los módulos pensás en que no querés que termine para seguir teniendo clases con ellos, ser sus amigos, laburar con ellos: ¡no querés dejar de tener contacto!

Sí, finalmente creo que encontré eso que estaba buscando, algo que me despertara, que me activara. Ir a Haus, empezar todas las clases viendo un video que parece una locura, escuchar y reírme de los desgloses de Juli. conocer cosas nuevas todo el tiempo. Volví a entusiasmarme y a querer curiosear un montón de cosas, ¡y a sorprenderme también! En Haus todo el tiempo se está en movimiento, haciendo, algo con lo que Juli nos machaca el bocho constantemente. Cualquier gran proyecto se puede desarmar en dos partes: tener una idea y hacer. Eso es, hacer. Porque si no lo hacés no sabés qué pasa, no te confundís, no aprendés. Hacía tiempo no me inquietaba tanto por algo. Ahora, casi al final del año, tengo la mochilita llena de cosas nuevas, experiencias, mundillos y hasta colores como el Blanco Poroto, Rosa Plebeya o el Blanco Siberia (sí, ¡creamos colores también!), y solo puedo decir, una y otra vez:

¡Me encanta!

 
 

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